EN LAS ISL.\.S
FILIPI~AS
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comunmente en la ciudad, que el Gobernador de
estas Islas no parece católico, según sus obras;
y
este declarante, fuera de haberle visto oir una misa
y
cuando tocan las ánimas rezar, no le ha visto otra
acción devota.>>
Fr. Juan ele Paz, que se presentó sin ser llamado,
Benito ele Castaücda, soldado ele artillería, Diego de
Meclina, enfermero del hospital, D. Francisco Enrí–
qucz de Losada, el Almirante D. Francisco Alonso
de Vizcarra, que fueron declarando unos en pos de
otros, hablando todos de la opinión que el Goberna–
dor se merecía en el pueblo, ele sus negocios con ho–
landeses, de que se sospechaba que quería escaparse
á
Batavia, del peligro en que el catolicismo se ha–
llaba en Jas Islas con el frecuente trato de herejes,
y
de nimiedades como las que quedan consignadas .
Con la información hecha
y
acabada conforme al
gusto del Comisario y ele los que en ella depusieron,
no podía, sin embargo, procederse
á
la prisión ele
Salcedo. Para ello se necesitaba que hubiese cons–
tancia ele que el roo pretendía· fugarse, hecho suma–
mente dificil de probar, pero que no· arredró al comi–
sario, dispuesto ya á atropelLar por todo . Comenzó
primero por hacer calificar las proposiciones impu–
tadas al Gobernador, llamando para elló nueve pa–
dres lectores catedráticos ele las órdenes ele Santo
Domingo, San Francisco
y
ele la Compañia ele Je–
sús,
r
nombrados todos en 28 ele Septiembre ele 1668,
de
los cuales dos dijeron pertenecer la causa al
r.
Estos frailes fueron, por el orden en que dieron su parecer:
Fr.
Fra,ncisco Solier, provincial de San Francisco. Fr. Juan Godinez
y
Fr. Agustín de San Pascual Bailón, agustinos; Fr. Juan de Paz
y