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LA IXQUI. 'IGIÓX
su inclinación
y
amor no le aplica á los espaiíoles,
inó á los extranjeros: luego que llegó fué de pidien–
do á todos los que tenía en palacio y trujo ele
E~paüa,
introduciendo holandeses flamenco._, y para esto
envió á Jacatra ó Batavia
á
pedir
ú
los holandeses
le eriviasen algunos que le sit'Yiesen
y
se los rómi–
mitieron; ap1icó uno á mayordomo
y
los demás en
otra ocupaciones de su ca a, que son los que hoy
tiene de su sen-icio, y ele los que se compone su
palacio, y lo má daño o para esta tierra y que se
debe llorar es que,
ienclo extranjero , son La,mbién
extrañas
~
us costumbres y no católica·, y con publi–
cidad se conoce que el uno es calvi11i ta y sigue la
secta ele Calvino, y
á
e La gente nueYament.e conYer–
tida, os grave claiio
y
perjuicio
y
que apestará e ta
Yiiía, que tan lo ha costado al Rey, nuestro
tior, y á
tantos Yarones apostólico
que ltan plantado la fe
en e1la .>>
Sigue luego el prelado hablando de las 1wgocia–
ciones del Gobernador, ele u aclmini !ración 011 ma–
terias ele re:tl hacienda, ele la poca pureza ele su ma–
nejo,
y
luego continúa: «el poco cuidado al gobierno
y
divertimiento á la cr¡dicia
y
á la a. isteñcia
á
una
mujer casada que tiene en . u cornpailia, con gran
nota y escándalo, y a isteneia con su marido lleván–
dola en la carroza
y
embarcada consigo por el río,
e
tan grande, que de do que Yino á estas Islas no
ha tratado de cosa que mire al augmeuto y fortifica–
ción elesta plaza...
«Lo poco deYoto á Dios y á la Iglesia es tan notorio
que ni á fiesta de tabla asiste, antes cuando el día
obliga, busca ocasión de hacer ausencia;
nit~guna