EN LAS ISLAS
FILIPI~AS
87
después acumular en su contra, de orden del Con–
sejo, si bien cuando ya su conducta desatentada. y
vengativa no tenía remedio!
1
Por el mes de Febrero ele 1666, llegaba á Acapulco
una nave ele Filipinas con cartas del Comisario, del
notario arzobispal y del castellano de Manila infor–
mando «ele lo poco que Salcedo cuidaba del seryicio
de Dios
y
del ele Su Majestach. Hizose el ·hecho no–
torio, hablándose en el público mal «ele su fidelidad
en materias de las obligaciones qne eran de su ofi–
cio
y
la comunicación que tenía con los herejes
holandeses, » de tal modo que los inquisidores cre–
yeron conveniente dirigirse al Virrey para.partici–
parle las noticias con que se hallaban.
2
Poco después, el arzobispo Pol.Jlete en carta al In–
quisidor General refería las esperanzas que había
concebido ele que el tnal estado en que se hallaban
las Islas en principios ele 1GG3, mejorase con la lle–
gada de Salcedo. «Me pareció, dice, oyendo sus dic–
támenes y razones, que su celo era bonísimo, su
intel'lción muy sana y que le ·venía á esta tierra su
remedio,
y
á los primeros pasos de su gobierno fué
descubriendo un ánimo sev8ro, una dureza ele cora–
zón y protervia de dura eonclición llena de insaciable
codicia.'
«Reconozco sus grandes servicios, añade, siendo
maestre de campo en Flandes en los ejércitos ele
S. M .. , pero no se niegue que no es todo espaflol,
y
más cuando el afecto lo manifiesta_en el efecto,
y
que
1.
Carta de
11
de Diciembre de
1671.
2.
Carta del Tribunal al Consejo, México,
17
de Abril de
1666.