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LA
1:-\QVISICIÓ~
de Manila, del obispo de Zebú
y
del Arzobispo se le
hacían insinuaciones misteriosas obre la conducta.
del Gobernador, cuyo alcance no llegaba á pene–
trar por en tero
y
que, así, le rogaba tuviese
á
bien
comunicarle las noticias que el Santo Oficio
poseyese~
como ya lo había ejecutado el allo anterior. A lo que
repuso Ortega
Montai~és
que las del Tribunal no
adelantaban tampoco mucho más á las que él tenia,
ofreciendo trasmitirle las que esperaba pronto recibir.
Pasaba esto el 24 de :rvfa¡·zo ele 1667,
y
ya dos días
después, cumpliendo el Inquisidor su promesa, en–
viaba al Virrey lo que había podido alcanzar ele la.
información levantada en Acapu.lco.
Todos estos antedentes, qne implicaban nn princi–
pio de proceso para Salcedo, fueron remitidos al
Co!lsejo, donde luego se mando que por
entonce~
se suspendiese la causa y se escribiese al Comisario
de lVhÍnila que «estu viese con cuidado, y si resultase
otra cosa más contra al Gobernador, recibiese infor–
mación y la enYiase.>?
1
Hízolo así el Tribunal, según escribía despnés:
2
r.
Acuerdo del Consejo c;le
22
de Noviembre de
r667.
2.
Carta al Consejo de
r6
de junio de
r66g.
Del tenor de la orden
enviada al Comisario en 9 de i\\arzo de
r66g,
no se desprende seme–
jante cosa: uCon esta remitimos el capitulo incluso, le decían, de una
carta que en este Tribunal se ha recibido en razón de la continua–
ción que tiene en su vida y costumbres y comercio con holandeses
herejes el gobernador de esas islas D. Diego de Salcedo,
y
sin em–
bargo que en esta ocasión le va subcesor, como en otra se le escri–
be, ha parecido conveniente reciba información de lo contenido en
.dicho capitulo
y
que
e~amine
á
FA·.
Alonso Coronel en lo que es cita-
do,
y
á los demás que pareciese conveniente.» Se ve, pues, que, así,
110
curr¡plieron con la órden del Consejo,
y
que al saber despu,;s la
prisión de Salcedo, asustados de lo hecho por Paternina, quisieron