EN EL RÍO DE LA PLATA
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bunal se debe hablar, denuncio de la persona del re–
verendo·obispo de Tucumán, don fray Melchor
Mal~
dopado de Saavedra, del cual he oído cosas gravisi–
mas, sospechosas en nuestra santa fee católica, y
corren generalmente entre todo este obispado, que
en Salta, estando confirmando, llegó una niña de
buen parecer y la dijo «mejor es vuestra merced para
tomada que para confirmada», y en Córdoba este año
pasado de
631,
llegó otra en presencia de mucha
_gente, y alzándosele la saya, dijo, «zape, que no la he
de confirmar para bajo sinó para arriba;»
y con la
primera se amancebó con publicidad. Oí decir.al
vicario de Tucumán, Juan Serrano, que una
per~
sona que nombró y no me acuerdo de su nombre, se
le quejó que le había rebelado la confesión en un
viaje que hizo de Santiago á Córdoba, por la cuares–
ma de este año de
1637,
comió carne todo el camino
el reverendo Obispo
y
toda· su casa y criados, és–
tando buenos y sanos,
y
no faltándole dinero para
sustentarlos, de lo que la Iglesia manda·se coma en
aqueste tiempo, y hasta el mismo miércoles sancto
se la vi yo comer al dicho reverendo Obispo, y oí
decir al padre fray Alonso Vásquez, de la orden de
San Franeisco, que queriendo denunciar de ésto>
por ser caso contenido .en los edictos generales de
la fee, no le quiso admitir la denunciación el Comi–
sario del Sancto Oficio, por cuya causa no le de-
nunció.>>1
_
Los Inquisidores, en vista de estos antecedentes,
se dirigieron al Consejo, enviándole copia de las
piezas más interesantes,
á
fin de que proveyese «lo
que fuese servido,» y, en consecuencia, en Madrid se.
1.
Carta de
:10
de Enero de ¡638.