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LA INQUISICIÓN
inventariar los papeles, que el Arzobispo no pudo
ocultar, á fin de saber si traía licencia delMonarca para
pasar á estos reinos
ú
otra cosa que no fuese del
real servicio, y se hallaron con dos bulas escritas
en pergamino «con muchas letras de oro, todo en
arábigo y escrito en forma de merlia luna,>> que e
conocieron er «despachos del Gran Turco,)) en las
cuales se decía quitaba el arzobispado de Samos á
fulano (nombre de religioso) y se lo daba á otro «por
haber pagado enteramente)), cosa que no pudieron
entender por la malísima traducción castellana que
acompañaba
á
aquellas bulas. Sacóse también la
consecuencia ele que había sido cismático y haber
después abjurado; que tenía licencia ele Su Santidarl
para decir misa en su rito griego en determinadas
iglesias, etc., etc.
Con tales antecedentes, el Comisario no
abia qué
hace_[se. Lo que se había observado en Buenos Ai–
res le ponía aún en más dudas. El capellán de la
guarnición que le había ayudado un día la mi a al
Arzobispo, refería que después ele haberla dicho, es–
tando aún en la sacristía con las Yestidut·as sacerdo–
tales, le increpó por haberle puesto
el
eYangelio ele
una santa á quien calificó ele p... , de cuya circuns–
tancia y otras semejantes dedujo piadosamente el
buen capellán que tal sería el modo con que Su H.e–
verenclísinta llamaría á las mujeres. El fraile sevi–
llano que le acompañaba refería que le babia conoci–
do en Lisboa
y
en Florencia, iempre con griegos,
y
que hacía poco en Bahía le había visto celebrar órdr–
nes dentro de una barca
y
que por ello le habían
dado cierta cantidad de dinero.
Reuniéronsc al fin el Obispo
y
el
Gobernador~·
acordaron depositar al Arzobi po en
el
con'vento de