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. LA INQUISICIÓN
Presos ambos, llegaron á Lima y entraron en cár–
celes secretas en Junio de
1667;
fueron poco después
trasladados á un convento mientras se hacían las di–
li.gencias del proceso, que por la distancia, se calcu–
laba tardarían dos años.'
Juan Rodríguez Estela había sido testificado en
España. De allí
s~
envió orden al Tribunal para que
lo hiciera buscar en donde se suponía estar. Dióse
especial comisión al delegado de Buenos Aires y
el reo fué preso con secuestro de bienes en Fe–
brero de
1673;
hizo el viaje por Tucumán y Potosí
é ingresó en cárceles secretas el 30 de Enero de
1674.
Decíase de este hombre que había sido penitencia–
do ya por el Santo Oficio de Lisboa, de cuya ciudad
se había venido huyendo al Brasil
y
de alli á Bue–
nos Aires, donde haeía muchos años esta,ba casado
y
con familia. Cuando se le tornó su pri me1 a declara–
ción se contaba ya un año que estaba preso,-que no
había tardado menos en el viaje,-y frisaba ya en los
sesenta de edad. Dijo que era cristiano nuevo por parte '
de padre y madre, que era bautizado y confirma–
do en la misma ciudad ele Lisboa; confesaba
y
co–
mulgaba entre año; que había sirlo veinte aiíos pre–
fecto de la congregación de la Compaiíía ele Jesús en
dicho puerto; rezó las oraciones hasta los manda–
mientos ele la ley de Dios y rle la Santa Iglesia con
alguna confusión,
y
habiendo procedido
á
las demás
preguntas, concluyó diciendo que confesaba era
judío ele profesión,
«y
puestas las manos
y
con lágri–
mas pidió misericordia,
y
que su padre le enseñó
á
judaizar y las ceremonias de la ley ele Moisés hasta
1.
Relación de don Juan de Huerta Gutiérrez, libro 76o:
I ."