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LA INQUISICIÓN
tia no, hijo de padres labradores, ni era judío ni he–
reje, ni [había] aprendido otra secta mala;
y
puesto en
la cincha ·
y
los cordeles en los brazos,
y
héchole la
amonestación, dijo que le aflojasen
y
que confesaría,
como en efecto dijo
y
confesó que estando enfe_rmo
y
diciéndole que eran regalos de Dios, respondió que
no eran buenos regalos;
y
que otra Yez dijo que Dios
no Je quería dar salud, que era un puerco;
y
que
habiendo mandado decir una misa á Nuestra Señora,
no habié'ndole quitado su achaque, que era mejor no
haber dicho la misa; y habiéndole dado primera, se–
gunda
y
tercera vuelta, y en ella dijo y confesó que
ha dicho que Nuestro Señor era un can
y
un perro,
y
que lo decía con la enfermedad
y
luego se arrepen–
tía,
y
que no había tenido intención, porque no era
judío, ni hereje:
y
en este estado se cesó en el tor–
mento, que serían las nueve
y
media>>.
El escultor porteño fué al fin conden'ado á salir en
auto público
á
la capilla del Tribunal, donde oyese
misa
y
la lectura de su sentencia con méritos, abjura–
se
de le vi
y después le fuesen dados doscientos azotes
por las calles públicas y acostumbradas
y
desterrado
por cuatro años al presidio de Valdivia.
1
Cierra la serie de procesos del siglo XVII el de
Fr. José del Rosario, alias Francisco Antonio Har–
bún, álias Maldonado, lego betlemita, residente en
Potosí, natural de Vizcaya, apóstata, fugitivo, casa–
do en Tucumán.
1.
Relación de causas despachadas hasta
21
de Ag-osto de
1678.