EN EL RÍO DE' LA PLATA
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ciano, ó hijas sólo de su ignorancia, era lo cierto
que á sus prédicas iba mucha gente, «como á farsa
ó comedia, más que
á
recibir buen ejemplo de su
doctrina, á un rato de zumba y divertimiento, por–
que en ellas nombraba por sus propios nombres
á
diferenté's personas de su religión y legos ridículos,
como á otras personas de este jaez del p'Ueblo, con–
que motivaba á carcajadas de risa al auditorio)).
Mas, como Arregui era cristiar:lo viejo, el padre de
provincia mÁs antiguo, emparentado con los miem–
bros del Cabildó, hermano del Obispo del Cuzco y
muy amigo del Go"9ernador, no sólo
~no
fué privado
del púlpito sinó que, mediantE{ al empeñp de las
mismas personas indicadas, fué ascendido al gobier–
no del obispado, mieritras le llegabanTas bulas para·
consagrarse: circunstáncias de que el comisario se
manifestaba muy contristado, pues temía,
y
con ra–
zón, que en tan alto cargo
· na~ie
le fuese
~
Ja i:nano,
con la desestimació'n del puesto que se deja com–
prender, especialmente, como lo ex·presaba en su
relación
á
los Inquisidores, «á vista de los · herejes
del real asiento de Inglaterra, en que serán máyores
los escándalos que se originarán en lcis ridículos
sermones de este sugeto »;
1
concluyendo por pedir
al Tribunal, ya que él nada podía hacer, que se
pusiesen estos hechos en noticia del confesor del
Rey, y
qt~e
no habían de impedir al fin ,q\]-e A.rregui
ascendiese al obispado y. lo gobernase hasta su
muerte, ocurrida en 1734.
2
·
Juan de Mansilia, natural de Santiago del Estero,
carretero, fué denunciado á la justicia ordinaria de
1. Carta de 3 de junio de !731.
2.
Alcedo en la palabra Buenos Aires. Entre los documentos in–
sertamos varios relativos al padre Arregui
y
sus sermones'.