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,LA INQUISICIÓN
de Vélez: todo provisto de la letra del virrey, que se
dió en persona ese trabajo.
Hecibidos los papeles en Madrid, se dió orden
al virrey, en 6 de Noviembre de
1787,
de que enviase
los antecedentes al Comisario, por no ser el_.asunto
de su competeJ'lcia, ya que la quietud pública no po–
d.iahallarse perturbada y, que, además, informase
acerca del mérito y calidad de Vélez.
Cumplió el virrey ambos extremos, entregando al
comisario don Antonio Rodríguez de Vida el segun–
do ejemplar que se halló del papel anónimo, que re–
conocía por origen el de que cierto individuo de Bue–
nos Aires que se carteaba con el ex-jesuita, que era
«de aquellas partes y acaso su maestro,)) le propuso
algunas dudas, á que contestó con el folleto, el 'cual
anduvo en manos de varios eclesiásticos y aún de
monjas,
discípula~
que habían sido de losjesuítas en.
las Catalinas.
.
Pero esto nos lleva á decir dos palabras acerca de
1o que ocurría en materia de libros prohibidos.
Al librero Francisco Ramón de la Casa mandó
devolver don Baltasar Maciel, que era comisario, «á
la tienda de libros que tengo á mi cargo en la misma
ciudad» con un notario, tres tomos en folio mayor do
una obra cuyo título era Joannis Petrus Gibert,
Cor–
pus juris canonici,
por estar prohibida. Maciel quedó
de consultar el caso, porque el titulo del Expurga–
torio no era exactamente el mismo que el ele la obra,
y como no tuviera respqesta de L(ma, acordó hacer
la misma consultaal Consejo en 25 de Junio de
1781.
En Octubre de
1796
procedióse al inventario de .los
bienes del obispo Azarnor. Entre los encargados de
formarlo 'figuraba el doctor don José Román y Cabe–
zales, comisario del Santo Oficio en la ciudad. Lue-