EN EL RÍO DE LA PLATA
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nueva «secta>>, contra cuya invasión tenía, á pesar de
- sus buenos deseos, que cruzarse de brazos. «En esta ·
ciudad, escribía
á
los Inquisidores á mediados de
Junio de
1804,
con el comercio ele portugueses, de_ /
americanos y europeos ingleses, de que está infes–
tada ésta, no obstante que hay orden de S. M. para
echarlos á sus destinos, la que no se pone en prác–
tica, se ha introducido y cada día se va introducien-
do la secta de los francmasones, de lo que he tenido
varias denuncias .)>
El C0111isario puso lo que 0curría en noticia del
Obispo y del Virrey para que procediesen contra los
nuevos sectarios, c<y no ha tenido el efecto que se
desA.aba, expresaba cori gran desconsuelo suyo, pues
no se ha remediado nada, y el rnal, según noticia,
crece cada día ... Yo me hallo sumamente afligido y
quisiera remediarlo, pero veo dificil el remedio por
parte del Santo
Ofit~io . )>
1
1.
Oficio de don Cayetano Maria de Roo aL Tr,il:Junal de Lima,
Buenos Aires, z5 de Junio de r1Bo4.
Los francmasones existían por ese entonces sobre todo entre los
mi·litares. En el ejército español del Alto Perú se,: habían difundido
bastante por los años de -1818, siendo uno de los principales ini–
ciados el porteño don Tomás de Iriarte, teniente coronel de artillería,
que se huyó á su patria en aquellos años, no -sin que antes dejase
de intento abandonados en la misma pieza del auditor de guerra
don José Félix del Campo Blanco, en la cual se reunian muchos
jefes, algunos papeles de esa natL1raleza, y, entre ellos, una lista de
oficiale.s que decían formaban una logia de francmasones, Jo que,
seg-ún creyeron los inquisidores, «fué
Ul'}
ardid para diseminar Ja dis–
cordia en nuestra oficialidad y coi1 ella favore,:cer el partido de los
suyosn.-Carta de los Inquisidores al Consejo,
1:
de JLJnio de 1818.
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