EN EL RÍO DE LA PLATA
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edad de quince años que salió de Lisboa,
y
cuando
pasó al Río Geneiro, lo olvidó totalmente.
Del examen que en su persona ejecutaron los
médicos resultó que no tenía seüal de ser circunciso.
Dejémosle preso mientras se practicaban las dili–
gencias testimoniales en Buenos Aires y se recibían
de España las noticias que se pidieron sobre si era
verdad que había sido penitenciado en Lisboa.
Junto con Rodríguez Estela se mandó prender
á
Ál varo Rodríguez de Acevedo, habiéndose dispues–
to las cosas para el caso de tal modo que ambos
fueron encarcelados en un mismo día, aquél en Bue–
nos Aires y éste en Tucumán.
Acusábase á Rodríguez de Acevedo de ser tam–
bién judío. Un negrillo de poca edad, esclavo suyo,
se fué á quejar al Obispo de que su amo no le
enseñaba las oraciones ni le dejaba ir á misa, con–
tando que otro negrillo vendido por Rodríguez le
había referido que azotaba un Cristo todos los sába–
dos en la noche. Alguien más denunció al Comi–
sario de haber oído decir que al reo le hallaron un
becerro de oro en una bolsa. La tercera testificación
fué que entrando Hoclríguez en una iglesia en un
jueves santo «le pidieron límosna diferentes per–
sonas,
y
preguntando á una ele ellas · que para
quién pedía,
y
habiéndole dicho que para Nuestra
Señora de la Soledad, hizo con la cabeza señal ele
que no la quería dar y la dió al que la pedía para
San Antonio)).
En la primera audiencia que se tuvo con él (8 de
Noviembre ele 1673) clió satisfacción á todas las pre–
guntas que se le hicieron, diciendo que ignoraba si
sus padres y abuelos habían sido ó nó cristianos vie–
jos; rezó perfectamente las
oraciones~
y refirió el
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