EN EL RÍO DE LA PLATA
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contando que, «Siendo mozo, vino á esta tierra por
grumete, y que en Trujillo del Perú sirvió de curar
un caballo} y en esta ciudad, muy poco tiempo ha,
sirvió. de mozo de tienda
á
un mercader; y también
es muy cierto y público que agora no tiene más vir–
tudes que las que eran menester para aquellos o.fi.cios;
hizose fraile y negociador, y hiciéronle obispo, y lo
es el más peligroso para esta tierra que ha venido á
ella.»'
Véase ahora lo
oc~rrido
á un sucesor de Victoria.
A fines del año de 1634 murió en Salta el doctor
Fernando Franco deRivadeneira, comisario del Santo
Oficio en aquellas partes, que había ido allí á reci–
bir al obispo de Tucumán Fr. Melchor Maldonado.
Hallándose muy enfermo, llamó al jesuita Lope de
Mendoza para que le hiciese su testamento y se reci–
biese de ciertos papeles relativos á su oficio; mas,
luego que expiró, cogió aquéllos el obispo y se los
guardó . De aquí tomó pié Mendoza para escribir al
Tribunal denunciando al Prelado, á lo que se creía
obligado, según decía, <<por haber sido siempre un
1.
Carta de Ulloa de 23de Febrero de 1583. Ladenunciacón de Pe–
drero de Treja contiene once capitulas, en que acusa al obispo, entre
otras iniquidades, de que «estaba amancebado con una negra suya
y que estaba parida dél, y que también se echaba con la de otro, y
que tenía en su casa tabla de juego;» sobre lo cual decía Victoria
que avivía mejor y más limpiamente que vivió San Pedro y San
Pablo, y que los santos del cielo podrían tener ejemplo de su vida y
le tenían envidia!»
Todo esto debía parecer muy natural, pues según declaración
del bachiller Sánchez de Renedo, prestada en 4 de Marzo de 1583,
había oído á su padre que Victoria era deudo de un Martín Hernán–
dez, quemado en Granada por judío. Véase ésta y otras piezas refe–
rentes al obispo Victoria, á sus diferencias con el Gobernador y otros
íncid'entes entre los documentos que publicamos al fin del presente
Yolumen.