222
tA INQUISICIÓN
De todo esto deducía, pues, Logu la necesidad de
que se instituyese en Buenos Aires alguna especie
de tribunal que con más formalidad que los comisa–
rios entendiese en las causas de
fe que ocurrie–
sen.
r
Pero, como es fácil adivinarlo, tanto la carta
del jesuita como la representación del clérigo-fueron
voces aisladas á las cuales no se prestó oído en ol
Consejo.
Unos cuantos años más tarde, el arzobispo ele la
Plata dirigió por su parte al Rey un memorial enca–
minado también al fin ele esta!Slecer el Tribunal del
Santo Oficio en Buenos Aires. Helo aquí:
«Señor.-Sienclo casi inmensa la distancia que
intermedia del Paraguay á la ciudad ele Lima, ten–
go experiencia en los quince anos de posesión
en Córdoba, que ocurren muchos casos, pertene–
cientes á la Inquisición, cuyo recurso, por tan difí–
cil, motivan quedar impunidos los delitos, por lo que
soy de parecer que se sirva V. M. erigir un Tribu–
nal de Inquisición en la ciudad ele Buenos Aires,
para que, siendo in'mecliato el recurso del Paraguay
y
Córdoba, sirva al mismo tiempo de inquirir lama–
la semilla que contra la fe católica puedan sembrar
los que de diferentes naciones co.mercian en aquel
puerto, impi.cliendo el que no contagien lo sano de
estas partes, y lo que sin duda se tuvo presente para
ponerse Tribunal de Inquisición en la ciudad de
Cartagena de Indias, como puerto que por aquellas
partes sirve de comercio
á
la.s gentes,
y
siendo igual
en este de Buenos Aires el motivo de tanta grave–
dad, fuera bien que se ocurriese á precaucionarlo,
que espero del católico celo de V. M., á quien la Divi-
1.
En los Documentos insertamos integro el
Memoriat'cte
Logu.