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tA INQUISICIÓN

De todo esto deducía, pues, Logu la necesidad de

que se instituyese en Buenos Aires alguna especie

de tribunal que con más formalidad que los comisa–

rios entendiese en las causas de

fe que ocurrie–

sen.

r

Pero, como es fácil adivinarlo, tanto la carta

del jesuita como la representación del clérigo-fueron

voces aisladas á las cuales no se prestó oído en ol

Consejo.

Unos cuantos años más tarde, el arzobispo ele la

Plata dirigió por su parte al Rey un memorial enca–

minado también al fin ele esta!Slecer el Tribunal del

Santo Oficio en Buenos Aires. Helo aquí:

«Señor.-Sienclo casi inmensa la distancia que

intermedia del Paraguay á la ciudad ele Lima, ten–

go experiencia en los quince anos de posesión

en Córdoba, que ocurren muchos casos, pertene–

cientes á la Inquisición, cuyo recurso, por tan difí–

cil, motivan quedar impunidos los delitos, por lo que

soy de parecer que se sirva V. M. erigir un Tribu–

nal de Inquisición en la ciudad ele Buenos Aires,

para que, siendo in'mecliato el recurso del Paraguay

y

Córdoba, sirva al mismo tiempo de inquirir lama–

la semilla que contra la fe católica puedan sembrar

los que de diferentes naciones co.mercian en aquel

puerto, impi.cliendo el que no contagien lo sano de

estas partes, y lo que sin duda se tuvo presente para

ponerse Tribunal de Inquisición en la ciudad de

Cartagena de Indias, como puerto que por aquellas

partes sirve de comercio

á

la.s gentes,

y

siendo igual

en este de Buenos Aires el motivo de tanta grave–

dad, fuera bien que se ocurriese á precaucionarlo,

que espero del católico celo de V. M., á quien la Divi-

1.

En los Documentos insertamos integro el

Memoriat'cte

Logu.