EN EL RfO DE LA PLATA
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que son ya tantos que en Buenos Aires
y
su juris–
dicción se asegura que llegan ya
á
seis mil, de los
cuales están muchos ya allí avecindados y casados;
y otros, que no echan que haya tantos, no los bajan de
cuatro mil, .Yá esta proporción los hay en todas es–
tas ciudades y jurisdicciones y en esta de Córdoba,
porque por orden de la Audiencia los echó de sí y
desterró uno de estos años; ellos se fueron á otras
ciudades, y en lugar de ellos han venido otros tan–
tos ó más . Mire, pues, V.
R.
cual se irá poniendo
esto, para que aquí cuanto antes tenga muy bien
que hacer una Inquisición, ó acaso dos ó tres, si no
es que España quiera que en estos sus dominios vi-
va cada uno en la ley que quisiere)> ..... .
Por los mismos días y como si para el caso se
hubies8n puesto de acuerdo, un don Pedro de Logu,
sin duda, clérigo, tomando ocasión de haber sido
nombrado calificador del Tribunal de Lima, se dirigía
desde Buenos Aires al Inquisidor General ponde–
rando el estado que, en punto á la falta de creencias,
se observaba en las Provincias del Plata, derivado de
la frecuente comunicación con extranjeros, que no
se sabía «qué religión profesan ni si tienen algu–
na.» Añadia que
á
este mal contribuía en gran par–
te la vecindad de la colonia establecida frente
á
la
capital, <<donde se juntaba torla la escoria de Portu–
gal y del Brasil,» siendo no poca <cla
levadura vieja
de judaísmo que venia entre ellos;)> la inactividad
ele los comisarios del Santo Oficio, cuya autoridad
era limitada
y
ninguno el provecho pecuniario que
sacaban del cargo; y, por fin, la frecuente introduc–
ción ele libros prohibidos, acerca de lo cual refería
dos curiosos casos personales que le habían ocu–
rrido.