162
. LA INQ:uiSICI ÓN
materia, é insistiendo luego en la conveniencia de
que no se otorgasen las licencias de pasajeros sinó
con informaciones bastantes y con cristianos viejos
conocidos.
1
Por esos días el Comisario del Santo Ofició iba
a
verse mezclado en un · suceso sin precedentes en
Buenos Aires y que vino
a
dejar su personalidad
colocada muy en alto en apariencia, aunque en el
fóntlo no pasase de
se~-
instrumento de los planes de
los jesuitas que se valieron de la mano del Sant.o
Oficio para sacar la castaña, como se dice.
A principios de 1620 llegó al puerto el licenciado
Matías Delgado Flores, que traía especial comisión
del Consejo Real de las Indias para llevar presos
á
España al secretario Simón de Valdés y á otras per–
sonas.
· Er~
éste mozo,
y
de ta,l condición que
a
veces
parecía completamente loco. El hecho fué que, al fin,
en lugar de llevarse los presos que venía
a
buscar. le
despl:\-cliaron
á
él en calidad de tal.
Un día salió
a
la puerta de calle de su casa, que
estaba vecina de la del comisario, y comenzó á dar
grandes voces diciendo: «aqui del Rey ¡Daca la es–
pada y la vara!
¡a
ellos!»
y
á la mucha gente que se
juntó, cuenta el comisario, salí de mi casa, que junto
a
la suya estaba, para ver lo que era, y con buenas
palabras le metí dentro,
y
no bastando mis palabras
parahabede callar, decía: «Déjeme, seíiOl' comisario.
¿,Qué quiere en mi casa"? q1w ¡voto
a
Cristo! que es–
toy loco!»
y
desabrochándose la ropilla
y
jubón
y
revolcándose ·sobre su cama, se deshacía en jura–
ramentos».2
1.
Carta al Consejo, Buenos Aires,
1S
de junio de
1622.
2.
Relación de lo·sucedido en la
~mbarcación
del licencjado Ma.
ttq.s Delgado Flores, etc.