EN EL RÍO DE LA PLATA
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Varios de estos lances refiere Trejo que habían
acontecido ya, cuando un día estando en compañía
del gobernador D. Diego de Góngora con cinco capi–
tulares para celebrar cabildo en la puerta del fuerte,
llegó allí el P. Gabriel Perlin con un compañero á
hablar al Gobernador
y
le dijo á Delgado:
.
-Señor licenciado: háyase vuestra merced pia–
dosamente con la gente deste pueblo, que todos son
servidores de Su Majestad y le desean servir.
-Déjeme, padre,
y
no me diga nada, replicó Del–
gado, que ¡voto á Cristo! si le arrebacto á él,
y
á to–
dos los padres de la Compañía los embarque
y
envíe
presos al Real Consejo de Indias
y
les derribaré el
convento
y
lo sembraré de sal.
Y terciando el Gobernador
y
dirigiéndose á Del–
gado repuso:
-Señor licenciado, yo le he rogado á vuestra mer–
ced muchas veces que no se ernbaraze con los reli–
giosos.
-Déjeme, señor- gol?ernador, replicó Delgado, que
¡voto á Cri;;to! que por mi corre y no por vuestra
merced.
«Y la ocasión de decille el dicho Gobemador lo re–
ferido, cuenta el Comisario, fué porque antes se había
embarazado con el Prior de Sancto Dorningo, siendo
de manera que, á no hallarse allí el capitán Mateo
del Grado y el licenciado Ojeda y el Guardián de
San Francisco, sucediera una muy gran ruina y
desgracia, porque echó mano á la daga contra el di–
cho Prior
y
le embistió á quererle matar» por no su–
frir sus consejos
y
advertencias.
«Ya en esta ocasión, continúa el Comisario: estaba
con los padres de la Compañia enfadado, habiendo
escrito contra ellos en el examen de testigos de su
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