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EN EL RÍO DE LA PLATA

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No contento con esto, el Comisario escribió al In–

quisidor que funcionaba en Bahía dándole cuenta

de cómo iban escapando de allí algunos que debie–

ran haber sido procesados por el Santo Oficio, y

para abonar más sus palabras ante el Tribunal de

Lima procedió á leYantar una información con algu–

nos de los pasageros que habían llegado hacía poco

del Brasil.

junto con enviarla á Lima, escribía

nuevamente pintando las maldades que cometían

los portugueses en el Brasil. «En aquellas ciudades,

deeia, es adonde amanecían las cruces de las parro–

puias enramadas con cuemos, y andaban dos judios

poL' las calles con un crucifijo debajo de la capa,

los que topaban de su nación, descubriéndole, de–

cían: dad limosna para este «bebodo>>, que en por–

tugués quiere decir «borracho>>. Y nunca hemos sa–

bido, afladía del todo desconsolado, que se hubiesen

castigado semejantes maldades.>>

Mas, la corriente de fugitivos portugueses no cesa–

ba. Era apenas mediado Abril de 1619 y habían entra–

cto ya en el puerto ocho navíos con pasajeros portu-

En esta información decla•·aron el doctor Bartolomé Vásquez

Cervantes, limeñ·o, racionero de la Catedral de Charcas, que había

hecho e; viaje desde España; el capitán y sargento mayor de Bue–

nos Aires Simón de Valdés; Manuel Cardoso y el piloto Pedro :\'ie–

to. Este expuso que con mo¡ivo de un percance ocurrido á bordo

del buque en que venían los portugueses-y que se consigna como

prueba fehaciente-que algunos cristianos viejos que venían entre

ellos le dijeron: ¡aómo no nos han de suceder desgracias

nos he- ·

mos de

perd~r

si vienen en este navío seis ó siete judius huyendo

del Santo Olicio! Valdés asegura por su parte que unr, de los pasa·

geros que quedaba preso en Buenos Aires <tdijo á este testigo que

todas cuantas tormentas habían tenido, que hablan sido muchas,

les habían sucedido en sábado, y este testigo le respondió que era

agüero de judíos porque era el mejor día de 1a semana, á lo cual el

dicho pasagero le respondió que Dios sabia por qué lo hacia

que

ello"s lo merecían por sus pecados.n