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DE I0:DIAS
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«Recibió el recién Yen ido gobernador e 'te orden,
que di spuso ejecutar con obediente pmntitud, ·tratan–
do desde luego
~11
se üor obispo corno á extra1-10, ne–
gadas
á
su inobediencia las tempom lidacles, y ulti–
marnente apercibiéndole se dispusiese al em,barque.
Entretanto ordenó se pusiesen algunos soldados de
custodi a en u casa, porque a
~í
se evitasen los mo–
vimientos de aquellos edesiásticos, que entrando
frecuentemente en ella, salían, como de la región
dond e se fraguaban, conYerticlos en tempestu osas
nubes, que horrorizando
la ciud ad al relámpago
continuo de las armas y al trueno repetido de los
gritos con que apellidaban en tumultuantes victo–
res al soüor obispo, no se podía esperar otra cosa
que acabasen do transto'rnar la ciudad fultpinada
á
rayo de m<is Yiolentas ejecuciones .
«Consiguióse con esta resolución cesasen aquellos.
desórdenes; no así se pudo conseguir la ex termina–
ción del sonor obispo, porque ésta qu edó impedida
en todo aquel tiempo á causa de la poca segurid ad
que orrecia el mar, in festado por enton ces de los
piratas, que, desenfrenados, no hallaban s uficiente
campo en el Océano para co rree
á
las presas, ni el
límite de las costas término
á
la rapacidad de sus in–
sültos .
«En este estado se hallaban las materias qu e, como
adormecid as, no crecían por entonces, si bi en el se–
ñor obis po , aún en medio de aquel silencio, desvela–
do en sus propias inquietudes, no pudo coger el
sueño de alguna tregua, antes saliendo sus pensa–
mientos
á
buscar nuevo campo, quiso ver si ama–
necía un día favorabl e
á
s us intentos . Escribió
á
la