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LA l);QUISICIÓN
tiraron dos balazos al mismo gobernador, que lo era
don Rafael Cnpzir
y
Sanz, (quien por atajar en
aquel conflicto la común ruina que amenazaba
á
la
ciudad, se halló obligado á no retardar, recoger en
parte segura
á
estos eclesiásticos, cercando la torre
con soldados, porque á balazos pretendían resistirse)
y éste, por hacerse en los sagrados inviolables días·
de la Semana Santa....
«Corría ya con escándalo el ruido de estos suce–
sos por toda la proYincia, crecía con desmesura el
daño de estos males por la ciudad,
y
no podía dejar
de ser notable su tolerancia, ó, por decirlo mejor, la
omisión en la ejecución de su remedio. Porque es–
tando resuelta, como se ha dicho, la extermi nación
del
sefi.orobispo, ¿,á quién no admirara tan dilatada
SLfspcnsión, pudiéndose inferir, que ó seria tener
por poco
fundada aquella resolución, ó desea!' la
ruina de aquella ciudad'?
Y
así, llegando la noticia
á
la Audiencia Real de Santa Fe, fué tal el sentimien–
to, que concibió aquel senado de que no hubiese
el gobernador ejecutado el extrai'iarniento en con–
formidad de las provisiones para ello despachadas,
considerando que, ele haberlo hecho, hubieran cesa–
do tanto males, agotandose las aguas de discordia
que brotaba la fuente ele aquel pecho, que desde
luego despachó proYisión en que multó al goberna–
dor en 4,000 pesos por la omisión que en cumpli–
miento de las primeras había tenido; intimándole
se Je haría cargo en su residencia de los daños
causados,
y
ordenó con urgente precisión al nuevo
gobernador que había Jlegado de España, ,ejecutase
lu ego la expu lsión del obispo.