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3!6

LA l);QUISICIÓN

tiraron dos balazos al mismo gobernador, que lo era

don Rafael Cnpzir

y

Sanz, (quien por atajar en

aquel conflicto la común ruina que amenazaba

á

la

ciudad, se halló obligado á no retardar, recoger en

parte segura

á

estos eclesiásticos, cercando la torre

con soldados, porque á balazos pretendían resistirse)

y éste, por hacerse en los sagrados inviolables días·

de la Semana Santa....

«Corría ya con escándalo el ruido de estos suce–

sos por toda la proYincia, crecía con desmesura el

daño de estos males por la ciudad,

y

no podía dejar

de ser notable su tolerancia, ó, por decirlo mejor, la

omisión en la ejecución de su remedio. Porque es–

tando resuelta, como se ha dicho, la extermi nación

del

sefi.or

obispo, ¿,á quién no admirara tan dilatada

SLfspcnsión, pudiéndose inferir, que ó seria tener

por poco

fundada aquella resolución, ó desea!' la

ruina de aquella ciudad'?

Y

así, llegando la noticia

á

la Audiencia Real de Santa Fe, fué tal el sentimien–

to, que concibió aquel senado de que no hubiese

el gobernador ejecutado el extrai'iarniento en con–

formidad de las provisiones para ello despachadas,

considerando que, ele haberlo hecho, hubieran cesa–

do tanto males, agotandose las aguas de discordia

que brotaba la fuente ele aquel pecho, que desde

luego despachó proYisión en que multó al goberna–

dor en 4,000 pesos por la omisión que en cumpli–

miento de las primeras había tenido; intimándole

se Je haría cargo en su residencia de los daños

causados,

y

ordenó con urgente precisión al nuevo

gobernador que había Jlegado de España, ,ejecutase

lu ego la expu lsión del obispo.