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LA Il\QUISIGIÓ::\1
tenerse ele en tend er en semejante causa; tienen que
escapar
~nto
las muestras de s u eilojo los enviados
del Tribunal; prende éste
á
cuatro ele sus corchetes,
y
furioso por ello , aquel mismo día, á las cinco ele
la
tarde, sale de su palacio á pie, seguido ele algu–
nos cléri gos
y
de multitud de neg t'OS
y
mulatos
y
se
dirige á casa ele Val era para prenderle, quien, avisa- –
sado del caso, se escapa más que de prisa por un
postigo de su casa-al Tribunal. Penetra el obispo en
la morada del inquisidor
y
no hallándole en ella,
sale airado
y
co lóri co, mezánclose las barbas; allí
mismo en la puerta pub lica un auto declarando por
excomul gado al inquisidor, diciendo á
Yoc.esque en
Cartage na no habiao tro que él. Pide luego aux ilio al
gobernador para prenderle; niégase á ello, rogándole
se retirase á su casa; clescomúlgale nueyamente por
la súplica
y
publica en el acto segunda cesación
a
diDinis .
«El siguiente día á las cuatro horas de la tarde re–
pitió el señor obispo la misma salid a con _igual
acompañamiento que la antecedente,
y
llega ndo á
ias íJuertas de l Tribunal en la plaza pública, á vo–
ces, que herían más descompasadas en los ánimos
que los golpes en
las puertas: mandaba se le ab l'ie–
sen para entrar
á
sacar ele la cárcel ele familiares
ciertos notarios que por graves excesos cometidos
había preso el Tribun al. La conmoción que causó
en la ciudad tan nueYo ate ntamiento,. le ll evó
á
los
oídos de el gobernador, el cual viniendo al punto al
señor obispo, trató con . vehementes ruegos sose–
garle hasta postrarse á sus pies,
á
quien desaten–
diendo el señor obispo, quiso hacerle de medi_,anero