E~
CARTAGE::\'.\.. DE INDL\..S
309
fend erla cada aiío de las aguas copio as del inYier–
no . ce Las cárceles e e tán cayendo, decía,
y
son 1an
incómodas
y
umamente estrechas que se vive con
mu cho cniclado para eYitar la comunicación ele uno::;;
r eo. con otro y por el co ntinuo
y
permanente calor
que hace en e le clima pad ecen e tos miserables
impond erablement e, pues á
poc.osdías qu e entren
.en ellas C'n ferman
y
mu cho ' adolecen del juicio:>)
<cpunlo digno á nu e ·tro scn1ir, r opotia lu ego, de toda
con.
id c m~i ón
por lo qu e Yomos
y
ex perimentamos
pad ecOil <''-'lO mi erable hombres en las cárceles de
achaqut' , pérdida del juicio. >>
«La
!';ti
111.
que on o;:; la ciudad hay de caliDcadores
y
con
nlto1·e ~
es ol
m~1s
en sible cuidado que puede
tenor el Tribunal, pues como el temple es tan nocivo
no
a~· i~l c 11
en ella
~p e rso na. ·
el e letras
y
demás par–
te ncc;
~ar ia
para ·cn1ejante ·- ejercicios, retirán–
dose
á
S<1nta Fe
ú
otras pa l'tes ele mejor comodidad
para la ,·ida,
y
ólo concu !TOn en los co n \'en tos desta
ciudad los qne .'On hij os ele la ti erra
y
hombres de
poca.·
ó
n1n g unas letra ·,
y
si al pi'csen te no se halla–
ran dos
califl caclore~·,
que también hacen oOcio de
consultores, personas de juicio, letras y virtud, te–
nemos por imposible que con egura conciencia se
pudie..e contittuar en los despachos secretos .)) .
Claro es que la mi sma falla se bacía sentir ele le–
t rados juri. tas . En Ca.rtagena no había Universi–
dad, ni lecturas ele cátedras, n i era posible así que
l1ubiese letrados, s ienc1o, como er'a, una plaza de ar–
mas
y
residencia ele meros tratantes ele comercio.
Vi viase allí con las armas en la mano
y
cada. día
con rece!os de u n ataqu e ele pi ratas de todas las na-