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LA INQUISICIÓ::·(
que logró sente nciar, proceder, en 29 ele agosto de
1683,
á celebrar un auto do fe .'
Otro do los particul a res qt¡e habían llama do la
atención del nuevo inquisidor, era la publi c<lción do–
los edictos de fe, que no se verificaba hacia muchos
años,
y
que, a unque no pudo ejecutar luego de su
llegada, por sus diferencias con el Obispo, de las que
luego trataremos, pudo al fin realizar en
18
<· uares–
ma de
1G84,
con tan buenos resultados que las de–
nunciaciones vinieron
á
mucho más de dupli car las
causas que después del auto quedaron pendicntes .
2
Pero de 1odas s us indicaciones al Consejo la más–
trascendental é i.n1 portante era la relati va
ú.
b
trans–
lación del Tribuna l
á
Santa Fe, qu e, como se recor–
dará, hallía sido autos propuesta por el Gobernador–
y Cabildo de la ciudad
y
que los inqui sidores ele en–
tonces dijeron ser motivada por interés especial de
aquéllos y en odio del Santo Oficio. Pronto hemos
de Yer en el hecho <;-uinta razó11 había asistido
á
aquellos fun cion arios como al nuev'o inqui sidor para
pensar como lo hicieron .
Oi gamos, pues,
á
Valera. Manifestaba la absoluta
destru cción que en Cartagcna padecían los papeles
del Santo ODcio
á
causa de la polill a, el co megén,
que en unos cuantos años reducía
á
tierra Jo · expe–
dientes más abultados; que las casas donde estaba.
el Tri bunal eran tan estrechas é incómodas que aún
el vecino pobre habitaba vivienda más decente,
y
se hallaban tan deterioradas que era necesario de-
1.
Asi consta de su carta de 6 de octubre de J683, pero no hemos
hallado la lista de los reos qu e en el auto salieron.
2.
Carta de 28 de marzo de 1684.