EN CARTAGEN \. DE INDIAS
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blica por contumaces, cismáticos
y
sospechosos en
la fe á los absuelt.o;; .
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En medio de estos disturbios manteníase aún el
Tribunal del Santo Oficio, si bien desairado por las
repetidas demostraciones que el obispo le babia he–
cho en menosprecio ele sus fueros
y
autoridad,
y
de
que no quería darse por en tend ido, con cierta inde–
pendencia. En aquellas ci rcunstancias, haciendo
duelo, formó queja ele que la In quisición no pren–
diese á sus contrarios, y tomando pretexto de que
don Jerónimo ele Izabal, abogado de los presos de
causas de fe, cons ultor
y
el único jurista que había
quedado en el Tribunal que no se hall ase hasta en–
tonces excomulgado, redactó un
~scrito,
que se le
presentó por el Pr-ocur8dor de la ciudad en nombre ·
del gobernador
y
demás interesados para que re–
vocase su nue,·a providencia en Yirtud ele hallarse
inhibido por el ·Metropo litano, le puso también en la
tablilla.
«Envióse recado cortesano al obispo, refiere Va–
lera, para que desistiese del intento
y
rernitiese al
Tribuna l los autos, que, si tuviese culpa el ministro,
se le castigaría; ttató el obispo
á
los ministros que
le llevaron el recado con ignominia
y
lo repitió en
las demás diligencias que con el obispo se hicieron,
diciendo que le tocaba castigar á este rninistro por
cismático
y
sospechoso en la fe, gozase ó no gozase
del fuero, porque era la segunda persona del Pontí–
fi ce en Cartagena, donde no había otra.))
Ya
aquello no podía tolerarse. Se le ordena abs-
r.
Carta de Valera,
Lima-, 6
de
junio
de
r6go.