EN CAUTAGENA DE INDIAS
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ni dejar que su letrado viese el proceso ni fu ese sa–
bidor de auto ni sentencia, mas de lo que vocalmente
le decían, le hi cieron exhibir los dichos cuatrocien-
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tos pesos
y
qu e los recibiese dél el dicho Ju an Ortiz,
recetor, su enemi go,
á
quien había te'niclo preso
y
hecho satisficiese la hacienda con que se había que–
dado, todo en venganza ele las dich as competencias;
y aunque pidió recibo del dinero ó testimonio, no so
lo quisieron dar,
y
habiendo ofrecido de pagar ó de–
positar los derechos de la saca del proceso,
y
que por
lo.menos se le diese noticia do que se enviaba, le
trajeron en dilaciones, diciendo lo darían
y
provee–
rían lo que conviniese, sin sor parte pedirlo en su
nombre en el dicho Tribunal, á boca y por escrito,
los capitanes don J erónimo de Sa1cedo y Miguel de
Pabola, trayéndo los en di laciones más de dieciocho
meses, hasta que, visto el poco remedio que se les
daba, le escribieron viniese personalmente á ello,
pues sabía y había visto la dificultad que en ne–
gociar sus negocios había en el dicho Tribun al;
y
así en los galeones del año ele 628 volvió á la dicha
ciudad ele Carta.gena, y en el dicho Tribunal de la In–
quisición, por dos peticiones que presentó les hizo
saber su venida
y
viaje que hacía á estos reinos, en
seguimi ento de la dicha causa, protestando todos los
daños,costasé intereses que se le seguían en la larga
detención de no enviar los autos, como tenía pedido,
y
aunque pidió testimonio dellos
y
de lo que se
proveyese, sólo se le dió de haberlas presentado, sin
proveimiento ni otra cosa, aunque estuvo detenido
y
solicitándolo más de otros tres meses
y
medio que
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detuvieron en aquel puerto los dichos galeones,