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LA INQUISICIÓN
caball o, para hacer sabnr al sofwr gobernador Diego
de Escobar, caballero de la Orden de Santi ago, cómo
aqu el mismo día se public.aba el auto de la fe qu e- se
h abía de celebrar en llegando los galeones de S . M.
de la carrera de la
Indias . Entraron
á
caballo, no
obs tante que es cuerpo de guarcha,
y
snliendo el Go–
bern ado r hasta la prünera sal a, recibió al alguacil
mayor muy á lo cor tés, dándole el lado derecho y te–
nic:odo, como lo restante del Cabildo, todos la cabezas
d es tocadas en ta n to que duró el recaudo; respondió, á
fu er ele sus grandes cor tesías, con r)alab ras de toda
estima ción, que man ifestaría con su persona y Ca–
bildo la que hacía del San to Tri buna l, acudiendo
á
tod as las acciones y cosas co nvenientes que se le
ordenase n.
«Dióse en la "rnisma fo rma aYiso al doctor don
Francisco de Yarza, deán y proYisor general, y Ca–
bildo Eclesiástico, que, congregados en el choro de
la iglesia, agradecieron
á
su seüoría e] aYiso, y á re–
compensa de la digna estimación que hacían , res–
pondieron con grand es ofrecimientos
al
serv icio
del Santo Ofi cio.
c<Este mesmodia,
á
las cuatro-de la tarde, saliero n
de la Inquisición el alguacil mayor Mateo Ramírez
de Arellano, el secretario Lui s Bl anco de Salcedo,
fami liares, min istros y oficiales,
todos á caballo,
acompaiíados de muchos nobles de la ciudad, que
llevaron en medio de cada dos un familiar: fué vis–
toso alarde. l bi:in delante trompetas, clarines, chiri–
mí as
y
atabales, todos á caball o, con lióreas verdes,•
gualdrapas de lo mismo; la gala de los ofi ciales
y
a compañamiento fu é todo lo que promete de esplen-