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LA INQUISICIÓN

residencia de los oficios que había te'nido, y, dadas,

saliese desterrado por un aüo

y

pagase cien pesos

y se le diese una reprehensión sobre el mal trata–

miento que había hecho á

SLlS

ministros . Y aunque

dijo que oía la dicha sentencia

y

responderla en el

término que el derecho le concedía, los dichos in-·

quisidores no quisieron que se escribiese, diciendo

· que s in .sal ir de allí dijese si consentía ó apelaba,

porque no habia otro remedio,

y

aunque les pidió le

diesen término para aconsej arse con su letrado ó le

hiciesen llamar allí, no lo quisieron hacer;

y

lo que

pudo a lcanzar fué que se escribiese suplicaba de la

sentencia, para poder tener tiempo

y

en él dar cuenta

á su letrado ele lo que con él se hacia,

y

le mandaron

no dijese á ninguna persona lo que había pasado,

amenazándole que le castigarían rigurosamente.

Y

habiendo pasado cinco ó seis dias, los dichos inqui–

sidores le volvieron á llamar al dicho Tribunal

y

le

notifi caron otra sentencia en que le condenaron en

cuatrocientos pesos, en que dij eron moderaban la

primel'a sentencia; y ele palabra le dijeron y amo–

n estaron tuviese ele allí adelante much·o respeto

á

los ministros de la Inquisición, por ser los más aven–

tajados que había,

y

otras cosas

muy

en desautoridad

de la real jurisdición

y

sus ministros. Y aunque quiso

r esponder

y

satisfacer, no le quisieron oir ni dejar

que hablase; y por ser todo agravio no torio y tan en

perjuicio suyo

y

ele

la

r eal jurisclición, apeló para

el

Consejo ele la Santa y General Inquisición y para

donde más le conviniese, y pidió se le diese testimo–

nio de los autos; y con tanta pásión se procedió en

la dicha causa, que sin darle traslado de cosa alguna