EN CARTAGENA DE INDIAS
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ferencias con el dicho alcalde mayor, que le tenía
asido, el cual lo ll evó preso hasta averiguar la pen–
dencia y qu e se supiese si el delincuente era minis–
tro de la Inquisición como decía; no obs tante muchos
requerimientos que por escrito y de palabra el dicho
comisario le hizo, y porque procedió en la causa, el
Tribunal y ministros le cobraron odio y enemistad .
«Y, demás desto) habielldo sido Juan Ortiz merca–
der público en la ciudad de los Reyes y
trai.dogran
cantidad de plata para emplear, de diferentes perso–
nas, con, orden que nó pasase de Pu ertobelo
á
España, el susodicho se pasó con ella, y temiendo lo
que después sucedió, pretendió con cautela qu e el
Consejo ele la General Inquisición le diese titulo de
recetor de la de Cartagena (como le llevó), y que–
riendo cobrar clél los acreedores lo que le habían
dado por escrituras ante el dicho alcalde mayor, le
ejecutaron, y al
ti empo~
de trabar la ejecución,·salió
con una novedad nunca imaginada, alegando ser
recetor del Santo Oflcio
y
que como tal no podía ser
preso, ejecutado ni convencido sinó en el dicho Tri–
bunal,
siendo las deudas anteriores
al di cho título,
ganado sólo por eximirse de la paga, como hasta hoy
lo ha hecho en muchas cantidades de ducados que
debe; y por haberle apremiado el dicho alcalde ma–
yor
á
que pagase una de las deudas, le amenazó y
cobró odio, el cual lo ha mostrado en el discurso de
la causa que se dirá;
y
haber entrado
á
servir el ofi–
cio de secretario del Tribunal de Carta.gena por
muerte del propietario, y haber pedido el dicho al–
calde mayor no hiciese autos en la causa por ser s u
enemigo declarado,
y,
sin embargo, los ha hecho.