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LA INQUISICIÓN
n1an los dichos inqui sidores y temer su riguroso
proceder y que se jactan y alaban no tienen ni cono–
cen superior ni quien le Yaya
á
la mano á lo que
quieren hacer; y el riesgo en que ponía su persona,
s iendo, como os, hombre limpio, caballero, hijodalgo
notorio, constáudole á lo dicho, inqui idores dello,
y
le obligaron á dejar su casa, mujer
y
hijo. en la dicha
ciudad de Puertobelo, tierra muy enferma
y
costosa,
y
á embarcar. e en un barquillo con riesgo de la vida
y
mucha co ta de u hacienda) ir
á
la de Cartagena,
distante más de cien leguas, por mar.
Y
habiendo
parecido en el dicho Tribunal,
1
or má. molestarle y
desautorizarle, le hicieron notificar tuYie o la ciudad
por cárcel, mandándole asi 'tie. o á la audiencia de
n1afíana y tardo, con mucha pena pecuniaria y ele
descomunión, procediendo siempre con modos pú–
blicos, áspero
y
exhorbi tante ;
y
aunque por mu–
chas peticiones pidió
á
lo
inqui ... idoro
la cau a de
su llamamiento y detención, repro entando las mo–
l estias, danos y co tas que recibía y no haber dado
residencia, no se la quisieron dar inó era que diese
petición con toda humildad, pidiendo en ell a licencia
para volverse á su casa, diciendo no tenía que decir
n i alegar er't su causa, y si alguno te tigos se habían
recebido, los daba por dieho y ratifieado ... , lo cual le
.enviaron
á
decir con don \.ntonio
~Iáld onado
Tejeda,
sargento mayor de la dieha eiudad do Cartagena,
persona que había mediado ) pedido el bre' e des–
paeho suyo á los dicho · inquisidores, por Yer las
n1olestias
y
daños que recibía;
y
por no haber que–
rido haeer lo que los diehos inquisidores querían,
por ser tan contra s u ealidad, buena opinión
y
fama