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LA INQUISICIÓN
el reo quien ((había puesto en tan mal estado las
cosas de la haciencJa de esta Inquisición)), según
manif'osta.ban, aunque no se atrevieron á prenderle,
como algunos deseaban .
Refiérese el otro á Poclt·o Jaimes de Flandes, clé–
rigo, capellán y comensal del inquisidor Ugarte Sa–
ravia, que por cierto crédito que tenía contra otro
clérigo se dieron do empujones. J aimes pidió al Pro–
visor que ordenase al clórigo le paga e lo que le–
debía, poro en la audiencia quo para ello tuvo, con
las reconYenciones del juez
y
las respuestas del de–
mm1dante, se fueron acalorando de tal modo que
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r etirándoseJaimes, salió tras él el Provisor diciendo·
á voces: «prendan á ese lad rón, mal clérigo));
y
asiéndo lo un clérigo, se abrazó con él el dicho
Jaimes, teniéndole ambos
los brazos impedidos,
y
llegando el dicho Provisor le asió de los cabe–
zones diciendo : ccpues, pícaro, desv.ergonzado, con–
migo os
atrevei s~));
y
teniéndole así asido, llegó
el
sacerdote con quien había reiíido
y
le cli6 por enci–
ma del di.cho Proviso r dos mojicon es .» Lleváronle·
luego á la Audiencia episcopal
y
de allí con solda–
dos á la cárcel pública, donde le echaron dos pares–
de grillos
y
le metieron en un calabozo .
Supo luego el caso la Inqui sición; reclamó e!
preso, y como se lo negaran, formó causa ·al Pro–
visor hasta conseguir la entrega de J aimes
y
su pro-–
ceso.1
Como víctima de los manejos inqui sitoriales del
Tribunal de Cartagena, ocurrió ,por esos días nada
1.
Carta de
27
de agosto de I63o.