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LA INQUISICIÓN
«Por causa del peligro de relajación , continúa Ma–
ñozca, en que el hereje estaba, se hizo el tablado á
una de las puertas de la iglesia, por la parte de afue–
ra, con ¡a menor costa que ha sido posible,
y
fué
Dios servido que en un espacio corto se acoinodase
todo tan á gusto
y
se hiciese con tanta actividad, que
los que en otras partes han visto semejantes actos
alaban mucho su disposición
y
la destreza con que
los pocos ministros se hubieron, que solamente fui–
mos inqui sidor, fiscal, secretario, teniente de algua–
cil, teniente de relator, alcaide
y
ayudante,
y
conta–
dor, dos calificadores, dos fami liares
y
dos personas –
honestas: donde se echó de ver que Dios asiste en
semejantes obras, pues ni los ministros, ni su cui–
dado, que ha s ido mucho, bastaran,
y
más en tanta
pobreza
y
necesidad desta Inquisición» .
1
Como en premio de tan buena obra, Mañozca re–
cibió por esos días su promoción al T:ribunal de
Lima,
y
.muy poco después una real cédula que le
nombraba visitador de la Audiencia de Qu ito,
y
ha–
bría partido luego
á
su destino si no esperara
á
su
sucesor don Agustín de Ugarte y Saravia, que llegó
á
Cartagena
á
mediados del año siguiente de 1623, y
no le demorase en seguida
e<
el mal terrible>) que ·éste
sufrió
y
de que estuvo desahuciado.
2
gués Francisco Simón, denunciado en Antioq uía por haber porfiado
que el hombre carecía de libre albedrío, qu e abj uró
de le'1JZ
en la
sala y otro día salió en forma de penitente en la Catedral.
Se suspendieron las de las mulatas Luisa Sánchez, enviada presa
desje Bayamo en Cuba, y Teresa Guzmá n, y la de Cosme, negro:
éste
y
la primera procesados por brujería.
I .
Carta de
16
de marzo de
1622.
2.
Carta de
~añozca
de
12
de mayo de
I623 .