EN CARTAGENA DE INDIAS
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justicia, marido de una mujer con quien está notado
de deshonesto trato, le escrib ió una carta afrentosa,
dici énd ole en el1 a muchas palabras de menospre–
_cio y amenazándolo con su indignación, que, corno
digo, es el medio corl que aterrara, como
.J
úpitee
con sus rayos. A unos vehementemente indi ciados del
pecado nefando, qu itó la causa al juez que le pares–
cía hacía justicia y la puso en manos de quien
quiso, para que no se hiciese; y después sustentó
con n9table escándalo de esta ciudad á algunos de
ellos, tirando plaza y sueldo de S. M. En este pre–
sidio echó el tenietúe general en la cárcel por de–
sacatos que á s u persona había tenido, al Licen–
ciado Galavez, hombre inquieto, muy emulado en
esta república por su menos buen trato del que
convi ene, pero grande alumno suyo, y, sabiendo la
prisión, sale de sucasacomo un rayo; va en casa del
Gobernador; hace soltar al preso, y para mayor me–
nosprecio ele la justicia, hace que le vayan acom–
pañando desde la cárcel, hasta que le metiesen en
su casa, cinco capitanes con sus tirasoles, dejando al
teniente corrido y afrentado y á la ciudad asom–
brada ele ver el poder tirano con que está levantado
con iodo el ele esta tierra. Por ser este caso muy
singular lo referiré algo por extenso . Hay en esta ciu–
dad y su distrito de doce á catorce mil negros de ser–
vicio; por esta causa está en no pequeño peligro de un
levantamiento; en ocho afíos que ha que yo la habito,
la he vi sto dos veces puesta en armas por la vehemente
sospechaquedeello se tuvo . Potoeste peligro, con mu y
prevenido acuerdo, tie nen mandado los gobernadores
que ningún negro traiga armas ni auchillo, ni otra