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LA IKQUISICIÓN
ellas es un libelo infamato rio. Habiendo el teniente
de esta ciudad proveído un auto contra una negra de
esta ciudad llamada Juana ele Britó, gran favoreeicla
del sobred icho Inquisidor, (no con pequefío escán–
dalo y nota de esta ciudad) á las doce del día, con la
fuerza de la calor, salió ele su casa en una silla,
y
atravesando la plaza, fu é á la del Gobernador, y de
tal manera le asombró y persuadió que lo que el
teniente hal>ía hecho era injusticia y que él tenia
muy mirado aqu el caso, que dejó dispuesto revocase
el dicho teniente el auto y diese la hacienda á la
n egra (que era sobre la que .se litigaba) donde no,
qu e le quitase al punto la vara y la diese á un hom–
bre málevolo, por ser persona de su gusto y
á
quien ha arnparaclo en graneles de acatos ele la jus–
ticia; lo cual, entendido por el teniente, repuso el
auto pi'oveído, haciendo lo que el dicho inqui sidor
deseaba, quitando la hacienda á cuya era y dándola
á la negra su fayorecicla, y fu é luego á la parte
agrayiacla,
y
díjol e: «bien sé, hermano, os he hecho
jnju ticia; hago testigo al cielo, si según el estado
presente, conYino así, por no Yer esta república en
las mano que la quieren entregar; id á la Real Au–
diencia
y
seguid Yue tro derecho, que yo os sa–
tisfaré Yuestros danos,
y
agora, para el camino, véis,
ahi>); y sacó ocho ó diez reales ele á ocho y se les
dió; fué el hombre
á
S .
l\l.,
en su Real Acuerdo de
Sancta Fé, y lo ,·olYió su hacienda,
y
condonó al te–
ni ente en cincuenta ducaLlos . .A un hombro de bien
de esta ciudad porque en unas cuentas que corrían
por
u mano no qui o faYorecer á un amigo del
dicho inquisidor, (, icndo manifie tamente contra