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EN CARTAGENA DE INDIAS

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P ero estas acusacion es habían de parecer nimias al

lado de las que otro frail e end erezaba al Rey, di–

ciéndole en pocas palubras qu e era tol erar un món s–

truo en lo más acendrado de la Iglesi a y á t\n ángel

de tinieblas llevar emba,i ada de ángel de luz permi–

tir el qu e continuase ya por más tiempo en su puesto.

En

verdad, que tales palab ras podi an parecer hij as

sólo del odio, si el frail e n'o hubi ese cui dado de

aclararlas con parti culares hechos .

«Debe ser la prim era condi ción de un inqui sidor

deci a, que sea hombre recogido: ccestálo en su casa

de día, pero es

i11

uy pública voz qu e no está de no–

che, an tes con muy grand e escándalo se dice

l11\1Y

públi camente le han encontrado mu chas por esas

calles en hábitos di ferentes

é

indecentes, y alguna

vez tiznada la cara fin giénd ose negro para más di–

simularse .))

«Ha hecho algunas huelgas al campo llevando en

su compañia alg unos hombres y muj eres, donde ha

sido público s u deshonesto trato con a lgun as de las

qu e allá iban.

«Su casa t.iEme hecha una lonj a ó casa de contra–

tación, de suerte qu e en todo el día y la noche muy

gran parte es tá ll ena de Yi sitas, lo cual ha introdu–

cido por razón ele estado, que el hombre qu e en una

s emana no le ve, es tá temblando ele su ira y les

amenaza con su indi gnación, como si fu era la majes.:.

tad de Di os ó la real.

ccCon estos med ios y otros no más honestos ha

introducido ' en los corazones tan gran temor que,

en atravesándose su nombre, niegan al de la jus ti–

cia que representa á Dios y á V. M., la cual por