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L A INQUISICIÓN
y
andando los capitanes de la guarnición preten–
dienclo se les señalase asiento en el tablado, volví&
á
decir nuevamente Mafiozca delante.de su colega
y
sabiendo que entre aq uéllos se contaba
á
su so–
brino
D.
J erónimo ele Salcedo,
·y
repitió que' todos
juntos no podían presentar una información sumaria
de sus genealogías . ccücasión fué ésta, decia
er
agraviado inqui sid or, para desmentirnos
y
venir
á
las manos,
y
no lo haber hecho
y
responderle con
buen término, es de mayor ánímo, brío y fortaleza.)>'
ccQueclo con gran confusión, añadía, que si lo sabe
mi sobrino ó los capitanes se han de vengar, y her–
manos tengo que, si viene
á
su 1 oticia, entiendo
vendrán á darle de puf1alaclas . Suplico á V. S. sea.
serv¡do de mandar castigar tan gr ave y notable de-–
lito, poniendo en el entretanto el r emedio que con–
venga con la brevedad posible antes que el Inquisi–
dor Mañozca dé otra ocasión que vengamos á las
manos
y
suceda en esta Inquisición algún caso no–
table)) .
1
Y tal era, en efecto, el encono que desde aquel día
le guardó Salcedo, que, contra lo expresamente pro–
hibido po r las leyes del Santo Oficio, levantó infor–
mación de lo sucedido, en la que declararon el Fiscal
y
otros empleados .
E l
notario Blanco, an imado por Mafwzca, y que
desde un principio manifestara poco respeto al pri- –
mer Inquisid or, comenzó
á
insolentarse también
cada vez más; cuando se le antojaba se quedaba en
la
sala con el sombrero puesto; cuando le veía en
la.
r. Carta de
20
de junio de
16 14.