EN CARTAGENA DE INDIAS
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v1 entre gente cristiana. Es tan rompido el sobredi–
cho en , materia ele de honestidad, que hasta en la
sala del secreto entra á las mujeres para pecar con
ellas. No pudiera el demonio hallar más diábolica
traza para menosprecio de la honra y nombre de
Dios que el lugar que ese mismo Dios ha escogido
para purgar pecados y ofensas suyas, haberlo él
abu aclo para perpetrarlas y
cometerlas ~ .·'
.......... ·
... c<De
esta su casa do San Di ego de Cartagena, y
mayo
12
ele
1619.>>
1
Uno de los capítulos más graves de estas acusa–
ciones, el referente á sus relaciones con la müjer
casada, fué precisamente el que llegó
á
oídos de Ma–
ñozca. Ap1 esuróse á escribir al Consejo diciendo
que era ·calumnia que le levantaban el sargento ma–
yor
y
el provisor; que la dama á que se referían era
ya de edad, aunque Yecina suya; y que en cuanto á
él, ni siquiera sabía lo que era hablar á una mujer,
ni en su casa,-en lo que concordaba con los acusa–
clores,-se había dejado ver de ninguna, viviendo
como si fu..era cartujo,
«y
si los bellacos, concluía,
vieran que había alguna probabilidad, no dejaran
de decirlo .)) E incontinenti se desataba
á
hab1a.r con-
1. Libro 737, folio 81.
Hé aquí la opinión que Chumillas merecia
á
los Inquisidores:
((El padre fray Sebastián de Chumillas, que ha residido en esta
ciudad algunos años
y
hecho oficio de calificador diversas veces,
y
aunque no es de los más aventajados estudiantes, es hombre de
opinión.» Carta de Salcedo y Mañozca de
25
de julio de
1620.
El je–
suita Baltasar Mas Burgués, íntimo amigo de Mañozca, decía de
Chumillas: ((hombre tenido en su religión ,
y
especialmente de sus
s uperiores, por de conocida altivez»; juicios ambos qu e el francis-
cano confirmó, sin duda, al atacar al Inquisidor.
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