EN CARTAGE TA DE INDIAS
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La primera diligencia de Maiíozca fué solicitar de
todos sus amigos que le diesen cartas de recomen–
,dación, sin olvidarse aún de su compañero, que,
..como era justo, contestó con una en que, sin sospe–
.charlo el recomendado, decía en buenos .términos
,cuan digno era de castigo.r Presentó también me–
morial ante Salcedo para que recibiese información
.sobre la enemistad que le tenía\1 los dominicos,
llamando
á
declarar en ella
á
los frailes, sus parcia- .
les,
y
á
empleados de la Inquisición,
y
en es tas dili–
gencias estaba, cuando el 4 de julio por la mañana
se hallaron fijados cuatro papel es de un mismo te–
nor
2
en las esquinas
d ~
la plaza, en que se trataba de
Fr.
Gabriel Jiménez, Fr. Juan Ru bio, el maestro F r. Andrés de
Sa~
Pedro, aquel fraile que había sido cali6cador del Sa nto 06cio,
y otros. No aparece entre los documentos la fecha de la orden ni
c ons tancia de s u recibo, p ero el caso es qu e en julio d e ese año ya
Mañozca estaba de partida para España: rapidez inusitada, qu e
demuestra lo apremiante de esa orden y la prontitud con que se ex–
pidió y circuló.
1.
«Es s ujeto,
como
V. S.
sabe,
que merece cualquiera merced» .
.Carta de
20
de julío de
1620.
2.
Hé aquí del tenor el cartel: «Juro
á
Dios y
á
esta + que en todo
.cuanto escriben los regidores y vecinos de la ciudad de Cartagena
e n favor del inquisidor Mañozca mienten, y qu e lo contrario de lo
que contienen las cartas es la verdad, y qu e conviene al servicio de
Dios , del Rey y de esta república qu e no vuelva
á
ella, p orqu e
s eria suj etada
á
mayor plaga qu e la qu e hay al presente de lan–
gos ta y jueces, p orqu e
la ha tenido tiranizada y la tendrá, si la
.traza qu e ha dado en que se escriban las cartas para volver
á
ella
l e valiese, pidiéndolo al señor Consejo General. ¡Mirad que haceis
.mal para vrosotros mismos!»
A propósito de libelos, oi gamos referir
á
uno de
los ag raviados
lo qu e
á
este resp ec.:to le ocurrió con el Inquisidor. Lope de Estra–
da fu é nombrado para servir el cargo de sargento mayor, q ue ta nto
había deseado Mañozca para su p rotegido. Al despedirse en Ma–
drid del Marqués de Salinas, dij óle éste que había de hacer el