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LA INQUISICIÓN
bernador era funesto á las prerrogativas del Santo
Ofici·o. «Este caballero, escribían, desdo que ent1·ó
en esta ciudad á gobernar, con serle notorio la corte–
sía y urbanidad que sus predecesores tuvieron siem–
pre con nosotros, visitándonos en nuestras casas las
pascuas y otros días entre aüo, no lo ha hecho él,
diciendo que representa la persona rea1.))
1
·
Salcedo, durante la ausencia de su colega, había
logrado proporcionai· al obispo D. fray Diego Alta–
mirano un disgusto verdaderamente bochornoso.
Tenía el prelado en la cárcel pública á dos clérigos ·
acusados ele
h~ber
robado y muerto á un hornbre en
despoblado. Publicóse en la: ciudad que el domingo
24 ele enero de
1621
había de degradarlos y entre–
garlos á la justicia seglar, y al saberlo uno ele los
acusados, llamado Pedro de Quesada: envió con su
confesor un recado al Tribunal diciendo «que tenía
que manifestar ei1 él.)) Respondió Salcedo haciendo
notificar al Provisor por medio ele un empleado que
le enviase al clérigo, y que, una vez examinado, le
volvería. Fué, en consecuencia, el nuncio al
cliá
si–
guiente á las siete ele la maüana con una silla de ma–
nos y algunas personas .para llevar el preso al Santo
Oficio, á tiempo que llegaba al Tribunal el alcaide á
manifestar que el notario de la curia se lmbía pre–
sentado la noche antes en la cárcel
y
metido al reo
de piés en un cepo
y
cerrádolo con candado, cuya
llave se había llevado, notificándole, además, que no
lo entregase á justicia alguna, pena de excomunión
mayor y de doscientos pesos. Quejóse Salcedo al
r.
Carta de 4 de julio de
r6:~r.