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I
CARTAGENA DE INDIAS
103
Pero el Obispo no cayó'. sin duela, en cuenta de
que en el cacareado edicto se titulaba inquisidor or–
dinario, y aunque clamó á la Audiencia de Quito
y
levantó una información para enviar al Tribunal,
sólo mereció que éste se dirigiese al Consejo mani–
festándole cómo se atropellaban sus fueros y pi–
diéndole se sirviese poner remedio á tales descon–
ciertos, «que quizás dellos resultan, ·añadían, el no
tener las gen tes á la dignidad episcopal el respeto
que se debe,
y
puede es to, si no se ataja, redundar
en dafio del Sancto Oficio.))
1
Del prelado ele Cuba estaban quejosos precisamen–
te por la causa contraria, pues clecian que «pare–
ciéndole que podía conseguir algunas.cosas que pre–
tende en su obispado con color de inquisición,
ya
que no procede como inquisidor ordinario, ha toma–
do otro medio tanto
y
más perjudicial, pues sobre
cualquiera niüería envía á sus súbditos presos á es
le
Sancto Oficio. »
2
El Obispo por su parte, desde que allí, por los
años de
1607,
ten,ia nombrado comisario el Tnbunal
de México, á cuyo distrito había pertenecido primero
su diócesis, se vió siempre envuelto en desazones
con el agente del Santo
06~io,
3
desazon es , disgus–
tos
y
quejas que continuaron con el que nuevamente
designó el de Cartagena.
Los inquisidores
le acusaban de que prohibía
al comisario el ejercer las funciones de su cargo,
I.
Carta de 25 de Junio de 1614.
2.
Carta citada de 25 de Junio de 1614.
3. Véase la relación de estos encuentros en nuestra
J-Iisto1·ia
d"e
la
Inquisic¿ón de México.