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LA INQUISICIÓN
terrado de la Habana y tuYo que pagar una multa d0 ·
quinientos ducados.
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P edro del Castillo, librero, sevillano, que habien–
do ido con una partida de libros para Yencler en
Cartagena, no quiso exhibirlos al Santo Oficio y los–
r ealizó luego en Puertobelo, cuyo valor tuYo quepa–
gar á titulo de multa.
Diego de 1Iesa, vecino encomendero de la villa de–
Tolú, testificado de habE}r cl icho que en el tiempo en
que se guardaba la ley de l\foisés era tan buena
como la que entonces observaban los cristianos,.
y que los hombres se salvaban en ella. Preso con
secuestro de biene. en Septiembre de 1612, anduvie–
·rbn los pareceres tan discordes acerca de la califica–
ción de aquel dicho que el Consejo al fin mandó sus–
pender la causa en Enero de 1615.
Mas, de todas las cau sas despachadas en la sala.
del Tribunal la más notable por los incidente que–
mediaron en ella fué la de doüa Lorenza de
Acereto~
· He aquí como la refiere un· hombre di tinguiclo, ecle–
siástico ele nota, que por ese entonces se haUaba en
España: «Lo que ha lastimado á casi toda. ]a ci1;1dad
ha sido que á doña Lorenzana, mu,ier de Andrés del
Campo, la tuvieron presa más tiempo de diez meses
y a l cabo dellos la dieron en fiado, y dentro de ocho–
días la llamaron al Tribunal, donde le leyeron su
sentencia, condenándola en cuatro mil ducados
y
dos aüos de destierro y otras penas por causa bien
leve, habiéndole yo castigádole por ella, siendo pro-
1.
Las sentencias dictadas en estas cuatro ultimas causas fueron
desaprobadas en el Consejo, habiéndose mandado deyolyer
á
los.
reos las fi1Ultas que tuvieron que pagar.