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-58-

. 73. Antes que

lo~

pJ,cll'eS

jesuitas

hablasen

de

r~

~nnistad

para

desnaturn,lizetrla.,

Oieeron

se había ex–

presado confonne

á

las

lecciones

y

seutirnientos de

la.

ntl.tnraleza,

.Y

por

consiguiente

conforme

á

la

verdad~,

-"Os exhorto, le deeia

c1 &u

mnigo Atico,

á

que arr–

tepongais la

anlistad

á

todas las cosas

hun1m1as. Des–

pues de

la

sabidnria,

no

han hecho los dioses

1nejor

don al hmnbrc que el do la mnistad. Lo dmnas es ca–

duco, incierto,

y

depende

rnas (le la tmneridad de la

fortuna. que

do

nosotros

misn1os.

Los

que

colocan

el

sun1o

bien en la virtud,

dicen

verdad;

pero

esta

mis–

Ina virtud enjendra

y

contiene la an1istad

7

que no

puede

existir

sin virtud.

N o

hay

escusa

en el

pecado,

t-3Í

se ha con1etido por

causa

de un a1nigo: no

puede

habe t' amistad si11o entre los

buenos.

Quitan el

sol

del

11111IH1o

los

que quita11

de la

vida

la a1nistad."

lleprobaba on segu ida con Scipion la sentencia de

~tquel

que dijo, qno "de tale.uerte debia nn1arse

::í

un

·,nnigo, como

si

algun dia se le

hubiese

de aborrecer,

ó ser

nuestro

ene1nigo."

En la con1pa.ñía

de

J

es

u~

tendria

cun1pliJo lugar esta sentencia, donde así vi–

virian entre

sl.los

jesuitas,

con1o en perpetua

descon–

:tianza los an1igos

y

hernu1nos,

en

continuo ten1or

de·

ser denunciados

á

1nénos pensar.

74.

Entre los 1nedios astutos de la con1

pañia

se

nu-

1nera el secreto profundo que guarda en sus cosas.

··y

no con1o

quiera,

sino

que

"muchos profe.:;os ignorau

las constituciones de

la

corporacion

á

que pertenecen,

·en ]o

que se distingue

de hts

dernas órdenes.

No se

gobierna conforn1e

á

las

reglas de la iglesia

cristiana,

t:lino

por la clireccion

interior

de

las superio-res,

por

delaciones peligrosas, por albedrío

y

capricho n1as

l)ien

q

ne

por leyes,

lo

q

no es tan

repugnante

y

con–

trario

á

ln

naturaleza."

Esta

reserva

exajerada

los

h:1 expuesto á fuertes

y

an1argas reeonvenciones,

y

hu abierto

el

carnpo

á

rnuchednn1hre de sospechas

y

juicios,

qnizá injustos

tn

algunos puntos,

aunque

no ·

ten1erarios,

porque el

secreto los

provocaba.

El

que

obra rnat, aborrece la luz

y

?W

<~e

rt,cerca

á

ella, para que

no

sean

'rrprcndidas sus obras,

ha dicho

J.

C.

75. Po:ngán1os algunos E'jmnplos ele la astncia pérfi- ,

da <.Le

nuestros

reverendos. El P.

jesn.i

ta

J

ot~venci,

súh–

clito

franccs,

quiso illlprirnir en

Ronut

Ll.n

libro

en que