t.relfjion que no suya.
¡Que arLitrariedad, que absurdo!
·r>ero
é1
descubre
el
e "pÍritu propio
de la
co1npañia
·de
J
esulS.
72. Para
asrgurar :las denuncias, m11plea la coln–
pañia
ott·o m-edio
astut-o,
y
es prohibir <1ue entre los
relijios-os haya amistades p:riYa.clas. Antes
hicin1o~
:rnencio.n de ]o ·que so prevenía en el instituto acerca del
:afecto
á
los consanguíneos, "que dcbi.a deponerse sien-
do carnal, para aruar1os
úuic~_nlente
con an1or espiri–
tual, segun el órden de ]a
~aridad."
Con est-e n1otivo
-~31
P. Su..arez se explicaba as]-"si €sto se prescrilJe
!respecto .de los
padPes,
hermanos
y
otros consanguí–
neos, n1ucho a::nas
re.~pecto
del cualquiera otra anlis–
tad hun1ana
ó
cm:nat Es pue.::; regla general
dB
la
.{~ompaiiia,
que
á
na<lje a1nen1os sino oon .aqnel an1or
'.que exije la carida.d ordenada; pero las anlistades pri–
vadas, aun entre hermanos espirituales, der-ogan mu–
reho a.l ÓJden de la cariJad." Si nuestros lectores re–
·cuerdan la sentencia del papa Nicolas
I.
conforn1e
á
la cual, "el padre espiritual debe ser nw.s amado que
1€1
corporal, porque el espíritu es superior
á
la can1e,"
lo
que es fijar el órden de la caridad; se sigue que los
hern1anos .espirituales, por ejemplo los jesuitas entre
sí, deben ser mas an1ados que los hern1anos .carnales,
nHV'
no hasta el extremo, dicen los padres de la corn–
pañia, do teuer an1if:ihtd-es priva.das, que no serán pri–
vadas<)
c.ua.nclo procedan de la divina caridrHL
Sen1e,jante n1odo de hablar descubre
á
un tien1po
mueha¡¡;
y
repugnantes in1propiedades, que exp1ieadns
.v
justifiead~s
se hacen rídículas para su descrkdito. ¡Con
que el an1or natural
y
espontaBeo
á
los padres
y
á l
)S
hermanos no desciende de la divina caridad!
jCon
que el
ptu~i·in1o
an1or de la amistad, dentro
ó
fuera
de los eonventos, necesita confonnarse eon las reglas
de nuestros autores, para sce bueno
y
laudable,
y
cle.-3-
eender de la divína caridad! Por fortu ua, el buen sen–
tido se sobrepone
{L
esta~
nüserables teorías de con–
vento,
y
repn
~n.laanüstad sinee;'a por uuo de los
~c!n~nc·los
de la
v1
d<'L,y
uuo de los v1nculos de las fannhas
y
de la sociedad. Oonf sen1os una
y
nül veces, que las
r · glas n101Htcales
y
su espíritu no son las r eglas
y
el
espíritu que han n1encster las sociedades pára pros..
pera.r.
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