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cmnpan1a encontró el n1odelo de stis denuncias en
el
santo oficio ele la Inqnisicion.
. 71.
Para fundar la obligacion de rleuuuciar, se
dice, que "cada uno es señor
ó
dispensador de su
fa~
xna." Rechacen1os sen1ejante asercion,:que supone
y
cJa
por cierto lo que repugna al sentimiento natural
de cada h01nbre,
y
que tiende
á
despojarle de un frcn.o
saludable en la conducta de la vida,
y
le lanza in1pávi–
c1o en la carrera de todos los crÍlnenes. No pocas ve–
ces el miedo de la tlifftn1acion ante el público obra con
mas fuerza que el ten1or de Dios
y
]os avisos de la
propia conciencia;
y
á
sabiendas de ello, estalJlecer
por regla
:y
dar por derecho al honlbre, que pue–
da renunciar
á
su
fan1a,
porque
es señor
ó
dispensador
de ella,
es quitade al n1alvado el últin1o recurso, el úl–
timo esthnulo que tendría á raya su inn1oralídad; e5
Qrear1e al hon1bre de bien una nueva tentacion que lo
pervierta; es abrir en la sociedad una puerta n1as
á
los desórdenes, que ]as Joyos nüsmas no pudieron con–
tener; es en fin, provocar con la doctrina
á
]as fami–
lias,
a
que no estin1en tanto,
á
que hagan poco caso
quizá de su buen nombre,
y
se entreguen al mas es–
pantoso cinísmo. ¡Pobre sociodacl! Por fortuna la na–
turaleza habla n1as alto que ]os jesuitas con todas las
reg·Jas de su n1isticísn1o delirante.
N
o ha dejado Dios al hon1bre la libre disposicion
de su fmna. En los libros sagrados se'le encarga, que
cuide de su buen non1bre, el cual "es preferible á las
riquezas,
y
á
los n1as preciosos perfun1es." Y no está
aislado el encargo, sino que se da la razon--"porque
el buen nombre es estable
y
pern1anoce eterna1nente,
á
diferencia do las rirp1ezas ó bienes de la vida, que
se cuentan por dias." Disponga norabuena el honl–
bre de sus bienes de fortnna., suyos son; pero no le
os dado disponer de su vid:.t ni de su fanut, que se
jdeatifican con el nüsn1o, para presentarse con honor
y
dignidaü ante otr0s hombres. Si pues los teólogos
y
monjes confiesan que el hon1bre no es señor
ó
di:-5-
pensactor de su vida, deben confesar, qne no lo es de
su farna: porque la vida no es vida racional, no es vi–
da de hon1bre, cuando no está acon1pañacla de 1a bne-'
na
reputacion
ó
del honór. Y no obstante, el P. Rí- ·
vaden~-~~~~
ha dicho-:=-la
fama del relijioso mas es ele la