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~1rviese11
de nol'ma
·á
los jesuitas de entónces
y
los
de
d0spues?
J_Jos padres no podian
deja1~
de seguir la costnn1bre
de negar todo lo que les es..adverso
y
negaron ]a
n~o~
nitct
secrfta;
pero nn 111oderno escritor les contesta así
·--"el tcstin1onio de los jesuitas es n1uy sospechoso en
el particular. Aun prescindiendo de la cuestioll de au–
tenticic1ac1, no es n1énos cierto que la
n~onita
secreta
es
el cna.llro rnas exaeto de los medios que en1plearon
en todo el curso de su historia para llegar á sus
fi–
nes." Cópia en seguida, para comprobante de su
nsercion, algunos artículos de ella, y concluye con
e~ta
observacion-"Si la
nwnita secreta
no es uu Ebro
secreto de los jesuitas, se debe confesar, que quien lo
·con1pnso, acertó perfectarnente
á
conocer los n1edios
~on
que
1oRjesuitas han adquirido riquezas é influen–
cia." Añadamos nosotros, ¿por qué respecto de
ott·a~
órdenes regulares no se han dicho cosas semejantes,.
ni ·nadie ha pensado en sus manitas secretas, con1o la
de la compañia? Por último, quienes fijen la atencion
en la conducta de
dertas gentes,
consagradas
á
la prác–
tica do la Yirtud, no neeesitaú1n 1nncho para advertir
]a sernejanza,
ó
sea la fiel observancia de varios artí–
culos de la
1nonita secreta.
Si el libro fuera finjido,
1nas adn1irable seria la invencion que la historia.
ARTICULO IX.
Astucia-audaciaQ
68.
Lo
que he1nos
dicho
poco antes respecto de
·)os confesores de los re.yes, rnanifiesta una de lae;
astucias de los pad1·os de la con1pañia.
N
o Re olvide
que '"lo esencial
o1·a,
qne jesujta fuese el confesor del
1·ey, sin fijar la consideraeion en este
ó
aquel padre."
Astucia era tambien el voto especial d
e no admitir
dignidad ninguna. IIacian alarde de no rnand.ar, pero
ponian empeño en dirijir la conciencia del que rnan–
daba; lo que era por cierto mas astuto, y tenia senti–
do pléno la palabra
á
1\II. Cretineau
J
oly, hablandó
de los jesuitas-"por me<lio de los reyc·s, de los
que
se