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l1abia.n constituido guias espirituales, gohernal1an e]
n1unclo." En el artículo
ambician
quedan expuestos
varios artifici:o·s que empleaban los padres; entro ellos.
el de no quedar ligada la compañia con los escolares,
aunque estos si ligados con ella; y el que los jesuitas
hechos obispos quedaban obligados á oir los consejos.
del P. General,
y
en ciertos casos á seguirlos. liagá–
n1os ahora mencion de otros artificios
ó
medios de–
astucia.
69. Merece un lugar aparte ''la
obligaci.onde des–
cubrir los jesuitas al superior su co
nciencia, sin ocul–
tarse cosa alguna." Hay ademas "obligacion de con–
fesatse generalmente ·cada seis meses los que no so.n
profesos
ó
coadjutores formados, y los que son, cada
año. Al efecto, el rector señala algunos de los padres.
1nas graves, con quienes ha de hacerse la eoufesion
general;
y
si estuviese presente el provincial, el hará
el nombra1niento."
Llama ]a atencion de todo ho1nbre imparcial
y
des–
preocupado, el ver una exijencia tan innecesaria, tan
interesada, tan sospechosa,
y
pern1ítasenos decirlo,
tan servihnente astuta. Quien padece amarguras en su
corazon, busca un an1igo
ó
persona de reputacion
y
digna de confianza, para revelarse su interioridad y
11edirle consejo. Y pues naturahnente ha de preferir· .
á
los que tiene cerca,
y
profesan una 1nisma manera
de vivir, bastaban exhortaciones generales, para de–
ternlinar suave1nente el ánimo del a.fl1jido á fran-–
quearse. Pero era n1enester el empleo de la fuerza en
el n1isn1o artificio
y
astucia. Era preciso obligar,
TI()
fuese que escasearan las revelaciones espontaneas,
á
que se repitiesen las confesiones generales á unos pa–
dres graves, que se i1npusieran en lo dicho
anterim~-.
mente
á
otros padres graves. En el siglo en que vi–
vimos, no se ven las cosas como antaño, sino que se
tienen por ataques hechos á la libertad,
y
por insul–
tos cometidos contra la dignidad hun1ana,
la~
1nedidas
que antes se reputaban por justas
y
hasta santas.
70. Obliga tambien la con1pañia á
denunciar
las
faltas ajenas, sin necesidad de que preceda la correc–
cion fraterna. Y no se diga que es puro
cons~jo,
sino
que,
valiéndonos de las propias palabras del P.
Sua-_