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FJe....pusiese

á

los

jesuitas· en poaesíon

de prediear

y

·con..:

fesar: que entonces el vicario general declaró incursos·

á

los conservadores en las censuras de derecho;·

y

es–

tos

en

represalia pusieron al obispo

y

su vicario :por

públicos exco1n u] gados.

Tale~

eran los hon1bres au–

tores

d~

tanta arbitráriedad

é

irre~ularidad

y

de tanto

escándalo, á quienes defendía

y

justificaba M. Creti–

neau-Joly, presentándolos sin1plemente en competen–

-cia de jurisdiccion con el prelado, que "se dejó arre–

batar de un impulso de cólera.»

45. Otra vez, y mas gravemente, se equivocaba M ..

Cretineau.-Jo1y, y de1nostraba su parcialidad al decir,

que la congregacion y el papa distribuyeron el vitu-

.perio y el elojio, y que

~n

la sentencia pontificia fue

reconocido el d'etecho del obispo, pero se le inculpó ·

en el hecho. Si pasan otra vez su vista nuestros lec–

to.res por lo espuesto en el citado artículo sobre los

respectivos docun1entos,

.

~dvertirán,

que fue completo

€1

triunfo del obispo contra los jesuitas, de lo que da–

ba testimonio la tenacidad inesplicable ele estos en in–

terpretar los decretos pontificios, y las reales cédulas

á

favor clel obispo; y que á n1as de lajustic¡a de la cau–

sa, el papa, los cardenales

y

los canonistas estimaban

la. persona y las cartas del señor Palafox, especialrnen–

te la tercera. Verán que M. Cretineau-Joly no era

orijinal en su argumento, sino que repetía el del pre–

pósito general Tirso Gonzalez, que ocurrió á un escri–

to

trabajado. para mezclar los breves apostólicos y las

declaraciones de la congregacion con

ilaciones

volunta–

riosas que torcían los hechos, hasta introducir la pieza

en el bulario; lo que sabido en Roma, se mandó qui–

tar por repetidos decretos. Y ¿de donde·tornaria nues–

tro escritor la noticia, de que el señor Palafox "suce–

sivamente reconocía ó negaba la ,carta al papa?>> por

.que no lo suponen1os inventor.

46. Respecto del disgusto 1nomentáneo de Felipe

IV con el señor Palafox, hicimos ver, que procedió de

otra causa qu.e su conducta y paciencia con los jesui–

tas: que tratando el rey de poner una contribucion

á

los eclesiásticos, y consultado al caso el obispo Pala–

fox por el arzobispo de Toledo, fue de parecer·, que

tal contribucion serja contraria

á

ia inmunidad, qne

él reputaba

po~~

de oríjen divino; que

á

consecuencia