19'5
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de la
tiel'Pa.
Si
en
una
ci
t1dfld atllcRda
de
la
peste
~
Hisi-ese hacer en un1eracion, quedaría satisfecho al de–
ll(';ir-solo
hay
siete casas apestadas; ó
si
se
trat{ll·a
de
un incendio-no hay fuego sino en biete casas. El co–
rnun de
los hon1bres no tiene tanta inocencia.
_M.
de
IIern1opolis
no
vé
en
los jesuitas sino una raza nueva
enviada de lo alto para salvar
y
purificar la Francia.
EL
1uundo que habita, es decir, el clero, el gobierno
y
la corte, se hallan de tal modo impregnados de las su–
puestas ventajas del establecimiento de los jesuitas,
que no percibe los inconvenientes
ó
percibe pocos.>)
El
hombre que asi hablaba, no era sospechoso,
y
fné
defensor del clero en la Asan1blea constituyente. Era
adicto
á
ia
n1onarquía, fué eruigrado; pero espantado
despues del progreso que eljesnitis1no
y
las congre–
gaciones habían hecho bajo la resta.uracion, concibió
la
idea de denunciar
á la.
opinion pública cuanto
ha–
lúa podido descubrir,
y
,publieó en Febrero de 1826
su libro intitulado
Me1noire
á
consultet.))
247. No satisfecho el conde con la publicacion del
libro, "elevó su denuncia á la corte real de Paris con–
tt·ayendose á cuatro puntos:
l.
0
la existencia de
congre–
gaciones
bajo de una direecion central con e] objeto
de dominar la admi.nistracion
y
el gobierno: 2.
0
di–
versos establecimientos de
jesuitas
en contravercion
a
las leyes: 3.
0
la profesion patente de doctrinRs ultra–
rnontanas: 4.
0
el espíritu de invasion del partido sa–
cerdotal. La corte real, reconociendo el mérito de los
·funda1nentos,
y
de los autos de los parlamentos, los
edictos de los rey·es,
y
las leyes dadas al caso, confor–
me
á
todo lo cual, la lejislacion se oponia fornutlnlen–
te al restablecimiento de la compañia; pero conside–
rando tan1bien, que segun esta lejislacion, pertenec]a
únicamente
a
la alta policía del reino disolver los es–
tablecin1ientos
ó
congregaciones, que se hubiesen in–
trt>clucido en menosprecio de los autos, edictos
y
le–
yes,
y
que los hechos espuestos no encan1inaban su
conocimiento
á
la corte, se declaraba ésta incom–
petente."
Apoyado M. de Montlosier en las
consideracione~J
del auto, que hacian el fondo de la cuestion, "llevó su
denuncia
á
la cá1nara de los ·pares,
y
el conde de Por–
talis, encargado del infonnc,
hizo
presente la
irregn-