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151-

tlan1ente su objeto, desacreditando el probabilismo de

los jesuitas, ó co1uo si dijeramos, desaparecido el nlons–

truo, en cuya presencia fué formada

y

proclmnada

su

celebridad. Pero el n1érito de las

Cartas

será eterno,

mientras haya buen gusto y amor

á

la literatura. En

la obra no se trasluce ninguna vil pasion, sino sincero

amor

á

la verdad.

En los anales de

la

c01npañia ha quedado la Inemo–

ria

del terrible espanto que esperimentaron los padres

en la publicacion de las

Cartas

pTovinciales.

Miserables

refutaciones, ladridos de perros, á que siguieron las

acosturnbradas prohibiciones

y

condenaciones- en I{o–

ma, en la Inquisicion de España,

y

otros trístes des–

ahogos; hasta quemarlas por mano de verdugo.

La

gloria de Pascal era superior

á

estas pueriles 1nuestras

de rábia.

191. Los padres ignacianos

y

sus adictos acusaron

á

Pascal de falsificador, impot:tor

y

calun1niador;

:y

aunque el nombre ilustre del autor bastaba para con–

fundir

y

disipar esos tristes respiros del despecho, per–

sonas jmparciales

y

concienzudas- se propusieron con–

fi·ontar las citas de

las cartas,

y

las hallaron exactas,

y

copiados palabra por palabra los textos citados, invi–

tando

á

cuantos quisiesen hacer por sí 1nismos la con–

fi·ontacion para satisfacerse,

y

los que aceptaron la in–

vitacion1 quedaron satisfechos.

Y

se picó tanto la cu–

riosidad pública con rnotivo de

las cartas provinciales,

que fué menester para satisfacerla, hacer una nueva

edicion del padre Escobar, que fué agotada; con cuyo

motivo decia asi un escritor-"ellibro de Escobar iin–

preso treinta

y

nueve veces como un libro bueno, fué

impreso poe la cuadrajésin1a vez como ·un libro detes–

table,

y

únicamente para satisfacer la curiosidad de

buscar

los

pasajes citados

en

las cartas.»

'l'an lejos estaba Pascal de escribir á sabiendas una

falsedad, que cuando alguna vez incurrió en el invo–

luntario equivoco, fnndado en la voz pública, de su–

poner autoe de la apolojia de la compañia

á

un

snjet9

que negó el hecho, se retractó en su carta 16. dicien–

do asi-"dejéme llevar del rtunor público.

~Ie

arre–

piento, conozco mi culpa,

y

deseo que tomeis ejemplo

de

mi.))

rrampoco

se

propüso hacer reir, sino con–

vencer la

reali<.~ad

de la mala

cnseñanz.~

de

los

1•adres