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miento; acometen la piedad en el corazon, y le quitan
el espíritu que le
d~1la
vida. Llegaron al coln1o de la
impiedad.
!Extraña teología! Cumplióse
el
nlisterio
de la iniquidad."
189.
Mayor nún1ero de testimonios pudieran1os ha–
ber aducido, para dar
á
conocer las reglas morales de
los padres ignacianos; pero no olviden nuestros lecto–
res, que cada uno de los citados cita
á
otros muchos;
lo que acredita ser abundantísimo el nún1ero de los
doctores que las enseñan.
N
o olviden tari1poco,
y
es
preciso repetirlo, que el probabilista admite
y
aprue–
ba
todas las opiníones probables, aun
l~s
que no sou
)as suyas, aun las que impugna, pues ha reconocido el
prlncipio, que las dá todas por buenas
y
dignas de apro–
bacion, sea por alguna razon que se ale
gueá
su favor, .
lo que llaman probabilidad
intrínseca,
s.eapor tener
cinco, cuatro, tres, dos y
á
veces un solo doctor que
les dé probabilidad
intrínseca,
para seguirse sin temor
ninguno
tuta conscientia.
Si
alguna que otra vez advier–
ten, que en ocasiones apuradas
y
solemnes ha de se–
guirse la opinion mas probable
ó
mas ,segnra, es por
via de consejo--in
p
raxi consulenda,
sin n1engua del pro–
clamado principio
de.laprobabilidad, seguro en todos
]os casos
y
en cada uno, en sana salud
ó
en enferme–
dad, en vida,
ó
en el artículo de la muerte.
Por lo que hace á la sustancia de las doctrinas, han
visto
ya
nuestros lectores, cuan relajadas son
y
anti–
cristianas
y
absurdas
y
protectoras del engaño, del frau–
de, del egoismo, de la insubordinacion, de
l~
calum–
·nia, del asesinato; enemigas de
la
sinceridad
y
lealtad
en el trato social, perturbadoras del órden doméstico,
destructoras de
los
sentilnientos mas dulces del cora–
zon
y
de las relaciones mas sagradas; doctrinas que di–
.:ficultan, escatiman
y
casi imposibilitan los actos de
~mor
que los hombres deben
á
Dios: doctrinas maño..
samente trabajadas para atraer todos los discípulos
á
su
escuela, todas las ovejas
y
corderos
á
su rebaño, todo
el mundo
á
su reino.
Ya
no es estraño lo que los padres jesuitas hicieron
contra los obispos Palafox, Cárdenas, Guerrero, el fis–
cal Antequera
y
otros personajes; porque ademas de
su gran influjo
y
pod~r
y
de sus inmensas riquezas,
tenian
á
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doc!rinas
y
sutil~zas par~ ~~lir ~el