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t,ué~
de
la
ohligacion: el doctor, á mas de ciencia,
cle..-
be
tener probidad.» Con este 1notivo el padre Conci..
IJa se expresa asi-"y sin duda, segun el padre
Vi,ra~
'CS
superior
á
toda escepcion el padre Sanchez,
ó
el
padre Caetro Palao
ú
otro emejante.»
Condenada tmnbien fué esta proposicion-"es lícito
al hon1bre de honor matar al invasor que procura ca-
1nnlniarle, si de otro modo no puede evitar la igno–
Ininia." El P. Viva, despues de probar la falsedad de
la proposicion condenada, añade-"debe tolerar mas
bien
en algun caso
el i1:1ocente algana deshonra, que
pern1itirse la defensa hasta n1atar." El P. Concina no
pudo dejar de indignarse diciendo
asi-'~luego
en
algun
caso
solan1ente es tolerable la n1éngua de la propia fa–
Tila. Los sabios dirán, si el lenguaje del P. Viva es
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no
peor que el de la proposicion condenada." Adviertan
los lectores, que cuando el P. Viva decia-"queda
't:Ontestada la primera razon de la sentencia opuesta,"
la sentencia opuesta era la proposicion condenad:it.
181.
Si quieren nuestros lectores echar una mira–
da
á
las doctrinas autel'iorn1ente referidas, no podn1n
d~jar
de escandalizarse al ver, no
á
forajidos
y
saltea-–
dores de caminos, sino
á
varones ele profesion, virtuo–
sos
y
n1aestros de los pueblos, enseñan eh> doctrinas
<Eferentes de la cristiana. Fjjen particularmente su
copsideracion en la funesta
y
absurda doctrina de las
at~fibolojias
y
en la . raz'on en que la fnndaban-"no
rniente el que no procede contra lo que tiene enlamen–
te,
y
en la n1ente tiene la palabra que justifica la an–
fibolojía."
¡Estraño
y
escandaloso n1odo ele discurrir!
Si el don de la palabra nos fué concedido para espre–
sal'
nuestros conceptos
á
los den1as honüwes, deben1os
contestarles,
y
n1ncho n1as
á
]a autoridad, en el senti–
do en que se nos pregunta, pues si lo hacmnos e'n otro
sentido, l0s
e1~gañarnos.
¿
Quisieran1os que ellos nos
contestasen de la n1aneraquenosotros lo hacemos, en1-
pleando la anfibolojía't No ciertamente, porque nos
darian1os por burlados á penetrar su
??unte.
"Los ho1nbre
s oyenlo que suena, Dios juzga por el
jnterior." ¡Que
nu.daaplicacion, que impiedad de sen–
tencia en el. presente caso! Porque Dios juzga por el
interior, reprueba el engaño del h01nbre,
á
quien ]e
ha concedido el don de la palabra que
suena,
para que